Conciencia nunca dormida,
mudo y pertinaz testigo,
que no dejas sin castigo
ningún crimen en la vida!
La ley calla, el mundo olvida;
mas ¿quién sacude tu yugo?
Al Sumo Hacedor le plugo
que, a solas con el pecado,
fueses tú para el culpado
delator, juez y verdugo.
Núñez de Arce