La silenciosa noche hace presencia
y sus ruidos lejanos atraviesan el sueño
Mi boca permanece impávida, seca,
le faltan tus besos llenos de manantial,
que ahora se olvidan de mi presencia
y ofrecen sus delicados movimientos
a otros labios que se desposan con los tuyos.
Realidades furiosas, inclementes,
permiten que mis sentimientos
sean guardados en el desván lúgubre
y mis pensamientos se aíslen en la azotea gris.
Mi voz es incapaz de decirte que te quedes,
le faltan fuerzas, la voluntad está debilitada.
Me pregunto:
cómo hace tu corazón para desvanecer mi aliento,
para olvidar mis ojos mirando los tuyos,
para darle a tus palabras ese sonido tajante
y a los recuerdos buen escondite.
Cómo hace tu soledad para rechazar la mía,
tu serenidad para permanecer constante,
tu ansiedad para encontrar paciencia
y tu deseo para no desbordarse.