Más allá del enamoramiento están las variables, ecuaciones, sumas y divisiones
Cuando el enamorado ve a su ‘traga’, se le enrojecen las mejillas, le tiemblan las piernas, siente escalofríos y hasta sufre de taquicardia.
Si alguna vez ha sentido que su corazón esta a punto de estallar, la respiración se corta, se sube la tensión, se enrojecen las mejillas, le tiemblan las piernas, siente escalofríos y hasta sufre de taquicardía. Es porque su cerebro soltó la hormona feniletilamina (FEA) y no hay vuelta atrás, está enamorado.
El sexólogo y urólogo, Alonso Acuña explicó que la FEA es una hormona que suelta el cerebro produciendo varias de las reacciones que se le atribuyen a Cupido y que revelan que hemos sido flechados. Por eso afirmamos tener química . El amor tiene mucho de fantasía, física y química.
Lastimosamente, ese estado no dura para siempre, pues cuando la exaltación termina. Solo duran las relaciones que se toleran, se entienden, son fieles y disfrutan de la mutua compañía.
“La producción de la feniletilamina surge del cerebro que controla las emociones y el lívido sexual. Que explica el sonrojamiento de las mejillas, el temblor de las piernas, los escalofríos y la taquicardia” dijo Acuña.
Otros neurotransmisores como la dopamina, hacen de las suyas volviéndonos torpes y despistados, porque centramos la atención en la otra persona; la serotonina explica los cambios de ánimo; la Testosterona, producida en ambos géneros, es la hormona del deseo y la Noradrenalina provoca euforia y sube la adrenalina.
Con estos efectos no es raro que anhelemos estar todo el tiempo con la persona amada, sentir seducción por su energía y su contacto. “El proceso químico del enamoramiento nos produce placer y bienestar. Nuestros órganos sensoriales se vuelven más receptivos y alertas” apunta Acuña.
Por eso, las personas hablan de las feromonas como avivadoras del erotismo a través de un perfume natural percibido por el olfato.
Acuña piensa algo diferente: “aunque este aroma sea el único determinante para la unión o el repudio en los animales, el ser humano tiene una mínima capacidad para percibirlo. De esta manera, las feromonas no establecen una respuesta sexual inmediata”.
El amor no sólo es cuestión de método
La atracción pasional es el primer piso del enamoramiento. Según expertos, en este periodo abunda el deseo sexual y la unión no dura más de tres o cuatro años.
La pasión cambia cuando el cuerpo deja de producir estimulantes y narcóticos corporales, de tal manera, que la idealización de la persona queda resumida a un conjunto de defectos. Llega la desilusión, al igual que el intento de cambiar a la pareja, por eso no somos capaces de aceptarla incondicionalmente y sin ataduras.
Pero hay una salida, subir al segundo piso de la amistad. “Aquí es fundamental la relación interpersonal para seguir adelante. El amor madura. Debe existir empatía entre la pareja y la compañía debe ser agradable” añadió Acuña.
Los ingredientes de esta etapa son el buen humor, la plena confianza, el respeto hacia las opiniones y la moral del compañero. Como buenos amigos, los novios deben gozar de confianza absoluta y complicidad, así será fácil ser comprensivo, evitar riñas y construir pactos de convivencia.
En este punto el organismo sigue reaccionando ante la alegría de estar con el otro, produciendo Metaendorfina que mantiene el equilibrio y hace que el sosiego invada a los amantes.
De ahí, el tercer piso o amor intelectivo es una buena elección. Escalón donde se construye un entendimiento mutuo porque hay comunicación, honestidad, comprensión y gustos en común. Por lo menos, para apoyar al mismo equipo.
Aquí es donde la afinidad intelectual de complementar las ideas y aprender del otro es imprescindible para llegar al cuarto piso: el amor real.
No hay una ecuación específica que nos dé como resultado el amor eterno y verdadero, pero al escalarla ‘pirámide del amor’, la meta será una relación valiosa, madura y duradera.