Si libre siempre ha elegido
El hombre flaco y mortal,
Qué negro azar lo ha impelido?
Y si una vez que ha caído
Presidió a cuanto hay creado,
¿Por qué le diste al pecado
¿Por qué de la adversidad
Hiciste hermano al delito?
¡Ah! Con verdad está escrito
Sólo un Lot un justo halló,
En la ciudad del maldito.
Santa, universal ventura,
¡De incienso para mi altar!
¡De amor para mi hermosura!
No así en la obra de aquél
Cual si el tormento del hombre
Ser también consigo mismo,
Con que adula su egoísmo.
¿Quién te hizo Dios?¿Por qué, di,
Cómo, dónde y cuando vino
¡Ay! Siendo lo que tú eres
No fuera el mundo cual es,
Tan triste enjambre de seres.
¡He aquí el mundo que a tu acento
Vio la hermosa luz del día!
Fue un edén tu pensamiento,
Y audaz tu imagen degrada,
¡Qué importa, oh sol, tu esplendor,
Jugando en mil gayas lumbres
Desde las nevadas cumbres
¡Qué importan, noches de amor,
Tus cariñosas estrellas…!
¡Ah! Tantas cosas tan bellas
Delicias que vieron ellas!
Siguen contando el portento
Y el dombo etéreo, inmortal;
Mas donde un velo nupcial
Cubrió angélicos sonrojos,
Que procrean entre abrojos.
El palacio en que a reinar
Se tornó en prisión por vida
De aislamiento y de pesar.
La hermosura de la pampa,
Cayó aquí, como en la trampa
Que para el buitre se armó.
Lástima, lástima horrenda
Claro sol y alma sombría,
El viviente y su vivienda.
Sentir la eterna contienda
Y el caos siniestro interior,
Todo, excepto el hombre andando,
Va en paz y en orden cantando