Está el papá empujando al pequeño en su bicicleta, cuando de pronto lo suelta y ¡sas pa el suelo! Con toda paciencia, lo levanta y lo vuelve a empujar, pero otra vez ¡piso!.
Finalmente, tras un último intento, el padre desesperado exclama, "¡ay Dios mío, este muchacho, aparte de inválido ¡pendejo!