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Antiguo 14-07-2007 , 16:33:45   #33
Pipe Sanmiguel
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Predeterminado

aca les pongo un articulo interesante acerca de la revolucion bolivariana de Venezuela...lealo el q quiera y den su opinion con argumentos...eso de decirle terrorista y dictador es un simple comentario que no aporta al debate...

Cita:
¿Qué debe hacer una revolución con la contrarrevolución?


Marcelo Colussi
Rebelión

La Revolución Bolivariana de Venezuela es un laboratorio social; se están jugando allí profundas transformaciones que sin dudas serán el nutriente para mucho de lo que pasará en términos políticos en los próximos años. La construcción del llamado "socialismo del siglo XXI" obliga a repensar muchísimas cosas, a revisar las experiencias socialistas pasadas, a poner a prueba nuevos modelos. Como dijo Simón Rodríguez, maestro de Bolívar: "inventamos o erramos". De eso se trata exactamente.
Entre tantos elementos que están a la discusión, igualmente importantes todos por cierto (la economía, una nueva cultura, la integración latinoamericana), algo que reviste un valor estratégico es el ámbito de las nuevas relaciones de poder. En otros términos: ¿cómo se va edificando una nueva arquitectura social?, ¿cómo son las nuevas relaciones entre las clases sociales?, ¿quién manda?
No es ninguna novedad que ante todo intento de cambio social, siempre, en todo lugar y momento histórico, surgen fuerzan conservadoras que lo adversan, que lo resisten y dan una batalla a muerte para impedirlo. Podríamos decir que se repite ahí el principio de la física conocido como ley de la acción y reacción, la tercera ley de Newton: "a toda fuerza que actúa sobre un cuerpo (acción) corresponde otra de similar intensidad y sentido contrario (reacción)". Dicho de otra manera: nada se mueve, o en este caso, se transforma, sin esfuerzo, sin tener que enfrentar resistencias. Siempre hay fuerzas conservadoras que tienden a mantener el estado original (¿quién dijo, acaso, que cambiar las cosas era fácil?)
La reacción, la contrarrevolución, la movilización de las élites privilegiadas que manejan la sociedad, ante la posibilidad de perder sus beneficios es siempre violenta. La lucha a muerte por mantener las prerrogativas que una clase social detenta es furiosa. Sin dudas no podría ser de otra manera: el que nació y creció convencido de ser "superior" que otros, el que siempre ha vivido del trabajo de otros considerando esa situación como natural, no va a ceder sus prebendas muy fácilmente. Dará una batalla a muerte por mantener ese estado de cosas. Es por eso que la reacción ante cualquier revolución nunca se hace esperar, y siempre, irremediablemente siempre, es feroz, total, mortífera. Las contrarrevoluciones no negocian: se hacen para aniquilar a quien osó destronar al privilegiado. No puede haber procesos contrarrevolucionarios suaves; siempre son a todo o nada.
En Venezuela, con particularidades muy propias sin dudas, se está produciendo una profunda revolución. Proceso que, contrariamente a otros cambios socialistas que se dieron el pasado siglo, tiene características sui generis: revolución que comenzó por la cúpula política con la elección de un mandatario dentro de los cánones de la democracia representativa burguesa y que luego fue tornándose socialista y asentándose en un poder popular de la democracia de base, revolución pacífica (la "revolución bonita"), que se ha venido imponiendo sin disparar un solo tiro hasta ahora, revolución sin confiscaciones ni fusilamientos, con absoluta libertad de expresión, sin presos políticos, con respecto irrestricto a todos los derechos civiles, revolución en la que conviven los nuevos gérmenes de una economía post capitalista (movimiento cooperativo, empresas de autogestión obrera) con el gran capital, tanto nacional como extranjero. Revolución, en fin, que pone en discusión el concepto mismo de revolución. Pero que, con un talante antiimperialista y popular, ya fue suficiente para hacer que la derecha reaccionara vehementemente al ver que, en perspectiva histórica, algo importante se está construyendo.
La reacción de la derecha, como siempre sucede en estos casos, fue monumental. Cuando se agudizan las tensiones sociales –que están siempre, por supuesto, pero que se manifiestan con particular intensidad en momentos especiales como este proceso que comenzó a vivir Venezuela hace unos años, cuando se desafía el orden constituido, cuando se comienzan a tocar las tradicionales relaciones de poder– se puede ver qué significa entonces la reacción. ¿Por qué un empresario, un finquero, un banquero, o incluso toda una clase media bien acomodada y que por décadas disfrutó directa o indirectamente los beneficios de la renta petrolera, por qué no habrían de reaccionar violentamente al ver que ahora los marginados de siempre, los habitantes de los barrios excluidos, el pobrerío en su sentido más amplio comienza a participar también en el reparto de la ganancia nacional? Ello significa que en algún momento esos "eternos afortunados" podrán ver perder su situación de privilegio. ¿Cómo no iban a reaccionar?
Pero de hecho ningún sector de los históricamente beneficiados se ha empobrecido o ha perdido su situación de bonanza económica con la Revolución Bolivariana. Todo por el contrario, la marcha de la economía está yendo viento en popa de una manera más que favorable: ya van 14 trimestres ininterrumpidos de crecimiento sostenido. Por supuesto que las grandes mayorías están teniendo beneficios sociales con las medidas revolucionarias; pero de ningún modo puede decirse que la aristocracia o los sectores medios hayan perdido prosperidad. Si esos sectores están en la cresta de la ola "antichavista" es, básicamente, porque perdieron protagonismo político. Y con la manipulación monumental de los medios de comunicación es muy fácil crear un clima contrarrevolucionario, aunque su bolsillo no esté resentido. Lo cierto es que, en un futuro a mediano plazo, las cosas deberán irse definiéndose más claramente: ¿hasta dónde será posible mantener esta suerte de pacto interclasista? ¿Cómo se construirá la nueva economía socialista: cómo se resolverá el choque frontal entre las fuerzas del capital con las del trabajo?
En realidad, ese choque se viene dando continuamente. Chocaron desde el momento en que el proceso que lidera Hugo Chávez comenzó a dar señales de ponerse un poco más a la izquierda de lo que el sistema podría permitir. Cuando se tocó el petróleo (la joya de la corona), ahí vino el primer gran acto de la reacción: vino el golpe de Estado del 2002. Y la derecha (nacional e internacional) siguió reaccionando. Vinieron todos los actos de desestabilización que ya conocemos: paro patronal, sabotaje petrolero, provocación continua desde los medios de comunicación. Toda vez que alguna oportunidad lo permite, la reacción está lista para actuar: el objetivo final es detener la revolución en marcha, y para ello todo puede justificarse. El asesinato del conductor de este proceso, el presidente Chávez es, por tanto, una posibilidad muy cierta. Una entre tantas de todas las opciones que maneja la contrarrevolución: el desabastecimiento, la desinversión por parte del capital nacional, el mercado negro, el continuo intento de aumento de precios al consumidor final, el envenenamiento mediático ininterrumpido, son algunas de las acciones que configuran el escenario actual, combinadas con otras como la provocación militar fronteriza, el latente secesionismo en el estado Zulia, y por supuesto la intervención militar directa por parte del imperio, que nunca está descartada. La lista de posibilidades es amplia y todas tienen un mismo objetivo: impedir el cambio social en marcha.
Lo cierto es que –la historia lo enseña de modo patético a sangre y fuego– una vez producida la transformación en las relaciones entre clases sociales, los afectados que ven perder sus privilegios no descansan en su intento de recuperar su posición anterior. Cada intento de cambio social que vemos en la historia nos lo recuerda. Ante esto los caminos que pueden seguir los hechos son sólo dos: la contrarrevolución triunfa y restaura el estado anterior, o es derrotada y la revolución se consolida. No hay más opciones.

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