Estuve el pasado fin de semana en el barrio y efectivamente puedo corroborar lo que fue el enésimo de los delirios temáticos que ahora tienen los administradores de los negocios, y no es que me e este rollo, está bien buscar algo nuevo y estimulante de vez en cuando, el problema es que estos arrebatos creativos no consisten solamente en obligar a las chicas a ponerse uniformes de colegialas y obligarlas a bailar y joder a todas las otras que no se prestan para eso, forzar una chica a vestir un atuendo que no le favorece hace aún más insufrible y bizarro el ambiente de los negocios y del barrio mismo, si he de ser sincero creo que solo había dos o tres chicas que llevan dignamente esos uniformes en troya, todas las demás chicas solo parecían en una fiesta de disfraces de una empresa; Aunque no soy fanático de las mujeres gruesas me gustan las que se saben arreglar y que saben lucir lo suyo, las que saben escoger un buen vestido y un buen perfume y se comen vivos a los hombres resaltando sus mejores atributos como lo era María Juliana en Paisas hace muchos años, ahora, obligarlas a ellas a llevar vestidos de colegialas, algunas de ellas mujeres ya mayores que habrán pisado el colegio hace ya varias decadas y que seguramente acompañan a sus nietos a la escuela...forzarlas a mostrar sus miserias por más premios que dieran me pareció un poco decadente, y es que ese fue el pensamiento de las pamplemusas, hablé con varias chicas y Salvo algunas entusiastas no había mucho acuerdo con esta idea. Algo así hubiera funcionado si vinculan más a los clientes o si el puterio estuviera muy bueno como sucedía en la antigua piscina o en el castillo donde se daban el lujo de hacer esas cosas porque sobraba belleza ,por el contrario, obligar el actual staff de chicas rollizas, veteranas o sin mayores atributos a llevar esos uniformes fue un total despropósito casi como el despropósito que se está tornando el ir al barrio, actividad que sigo acometiendo frecuentemente ,si bien me estoy volviendo un asiduo de las páginas como Photoprepagos o mileroticos aún no logro encontrar ese sentimiento de éxtasis que daba buscar algo sorprendente en las calles y negocios del santa aunque ahora son más los chascos que las gratificaciones.