Denunciante Dorado
 |  La gran noche del Pop, tremendo documental de Netflix a 39 años de la grabación de We Are The World
Calificación: de
5,00
 | SOYADO Entre ayer y hoy 29 de enero, se cumplen cuatro décadas menos una temporada de la producción de la canción We Are The World, una de las creaciones más emblemáticas de toda la historia de la música, no tengo duda de esto. La monumental pista, a cargo de ese maestro de maestros, Quincy Jones, puede analizarse sin embargo desde un lado nada filántropo o romántico, como con gusto les explico más adelante. Netflix, plataforma de streaming últimamente enfocada en lanzar propuestas audiovisuales que revisitan aspectos de la vida personal y de procesos creativos de diversos artistas, grupos u obras, nos convida a un viaje nostálgico hacia mediados de los ochentas en Los Ángeles donde se parió uno de los referentes culturales más impactantes a nivel global. Les hablo de La gran noche del Pop (The Greatest Night in Pop), que ayuda a entender mejor el caos alrededor de la gestación de una canción de rotunda popularidad en el planeta como pocas.  Y que, como les dije líneas atrás que daría mis razones, y aparte las buenas intenciones involucradas en ella, no dejo de considerar que fue la respuesta a un reto de talento -quizá no intencional-, así como una reacción nacionalista de aquellas en las que a Estados Unidos le encanta demostrar que nadie la tiene más larga que ellos. Muchos sabemos que We Are The World vino muy poco después, como se informa de manera corta pero efectiva en La gran noche del Pop, del lanzamiento de otra canción que resultó de un particular «arrebato mesiánico» de un artista irlandés llamado Bod Geldof. Este tipo, famoso por encarnar a Pink en la película The Wall, y por el One Hit Wonder I Don´t Like Mondays, logró reunir a renombrados colegas británicos y «medio británicos» en el track Do They Know It’s Christmas?  Este play se produjo con la intención de ayudar con la recaudación de sus ventas a una parte de la población de África que, como sigue ocurriendo hoy, y no solo en el continente negro, malvive y muere a camionados más por corruptelas y guerras endémicas que por otras circunstancias. Al otro lado del Atlántico, no se iban a quedar cruzados de brazos viendo como esos Red Coats se las daban de imperialistas de la caridad. ¡Cómo! Y no me imagino «la de rositas» por la que inicialmente tuvieron que pasar Lionel Richie y Michael Jackson (sobre todo Lionel), para cranearse una composición que sonara mucho más almibarada y en cierta forma también más cursi, pero a la vez más impactante, que su contraparte británica. Algo así como un puñetazo que te sepa a caramelo, me atrevo a metaforizar. Y a fe que lo lograron. Y por culea… Por goleada, perdón, ¡ejem! “We are the world; we are the children…” (¿Quién putas se acuerda hoy de Do They Now It´s Christmas? ¿O de Cantaré, Cantarás? ¡Ja, ja, ja! Qué malo soy). Pero en un acto de justicia poética, o divina, vaya uno a saber, el concierto de Londres del Live Aid 85 se bailó y requeté bailó como lo haría el difunto rey Pelé al de Filadelfia. Ya este es otro tema.  Sea como sea por los motivos que haya sucedido, porque todo lo dicho en párrafos previos es más una hipótesis que estoy seguro no pocos han fermentado en sus cavilaciones, La gran noche del Pop es un documento brutal. Apoteósico. Digo yo que disfrutando el mismo, no solo mirándolo por mirar, hace que me guste más esa pegajosa travesía sonora que habla de unos futuribles los cuales no estoy seguro personalmente de querer que se cumplan. Y me animo a buscar nuevamente esa letra en donde me recuerden los nombres de los artistas que interpretan cada estribillo. Y de querer mirar una vez más las fotografías de aquella reunión U.S.A for Africa para contemplar el rostro sudoroso y sensual de Bruce Springsteen; la sonrisa sin fin de Stevie Wonder; la tierna incomodidad de Bob Dylan; la alegre sabiduría de Ray Charles; a Cyndi Lauper como un amor platónico pre Andrea Echeverri, y así…  Resulta conmovedor ver declaraciones de cantantes como Huey Lewis (disculpen estos pequeños spoilers a continuación), quien aseguró sentirse profundamente nervioso y desorientado ante la parte de We Are… que le tocó en suerte. O emocionante la parte en la que Smokey Robinson se planta con firmeza ante Michael Jackson por una frase en la letra. Son dos momentos de esta película documental de Netflix que, como tantos otros y por ello es que resulta más «carnuda» la propuesta de la N roja, no se encuentran en el video original promocional de We Are The World que fuera presentado por Jane Fonda. Este aún se puede encontrar en YouTube subtitulado en español (de ahí busco de vez en cuando la parte en la que Billy Joel toca en el piano unas notas de la canción).  No siendo más, invito a quienes quieran y puedan se den un banquetazo emocional por lo nostálgico, y también debido a una calidad visual y narrativa muy convincente como la de La gran noche del Pop. ¡Ah! Una última pregunta, por curiosidad: ¿qué rayos hacían Bette Midler y Dan Aykroyd en esa sesión de grabación? (sobre todo Dan).
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