Bogotá no cederá al chantaje petrista. Con la elección de Galán, la ejecución de la primera línea del Metro seguirá como viene. Sin cambios, sin retrasos, sin caprichos, sin demagogia.

Cita:

El metro, ¿por fin el metro? Editorial de El Espectador 19 de octubre de 2023 - 09:00 p. m. La licitación de la segunda línea del metro de Bogotá es bienvenida, pero necesitamos un acuerdo político para que no haya más retrasos. Foto: El Espectador - Mauricio Alvarado Lozada La apertura de la licitación para la segunda línea del metro de Bogotá, anunciada por la Alcaldía, trae de presente la pugna pendiente por la primera línea. Mientras celebramos que se avance en la contratación de un proyecto tan importante para la capital del país, estamos en vísperas del viaje del presidente Gustavo Petro a China y de que se adopte una determinación definitiva sobre las solicitudes de cambiar el contrato ya adjudicado. Pase lo que pase, la decisión que tomen los bogotanos en las urnas la semana entrante debe servir como un punto final y una invitación a recordar que los proyectos se tienen que ejecutar sin inventarse obstáculos cada cuatro años. Con un costo de $34,93 billones, cofinanciado por la banca internacional, la segunda será una línea de 15,5 km de longitud, con 10 estaciones subterráneas, una elevada y un patio taller. Tendrá capacidad máxima de 76.000 pasajeros/hora/sentido y conectará las localidades de Suba y Engativá con el oriente. La alcaldesa distrital, Claudia López, dijo: “Con la licitación que abrimos hoy un metro eléctrico, limpio, rápido y subterráneo llegará a Suba y Engativá, para que los habitantes de esas localidades ya no se demoren una hora, sino 20 minutos en llegar al centro de Bogotá”. Ese último dato es diciente: ¿por qué nos hemos tardado décadas en adoptar un proyecto que puede mejorar de manera tangible y contundente la calidad de vida de las personas que residen en Bogotá? Es frustrante que, después de tantos esfuerzos, todavía estemos en etapas tan tempranas. Esperamos que sobre la segunda línea del metro no haya mayores controversias. Como será subterránea, la disputa que surgió entre López y el presidente Gustavo Petro no tiene motivos para volver a aparecer. Adicionalmente, este será un proyecto que adjudicará el próximo alcalde, pues el proceso licitatorio va hasta el 12 de abril del año entrante. Un recordatorio de que, más allá de los apellidos de quien esté en el Palacio Liévano, los proyectos de ciudad tienen que trascender. Lo que necesariamente nos aterriza en el debate por la primera línea. El presidente Petro se encargó de convertir las elecciones de la próxima semana en un plebiscito sobre el contrato adjudicado. Lo propio hicieron los miembros de su partido, el Pacto Histórico. La pregunta sobre la mesa es si continuar con la ejecución del contrato como está, haciendo el tramo elevado, o renegociar para construirlo de manera subterránea. Más allá de las consideraciones de fondo sobre las alternativas, que hemos hecho en editoriales pasados, invitamos al Gobierno y a los candidatos a llegar a un acuerdo: que el resultado de las urnas se respete. Quien sea elegido alcalde de Bogotá debe tener la última palabra sobre cómo construir la primera línea, poder adjudicar tranquilo la segunda y seguir acelerando la reconstrucción de la capital para tener un transporte masivo digno. No más juegos políticos. Volvemos al dato que dio la alcaldesa López: 20 minutos. Una ciudad accesible en solo 20 minutos cambia vidas. Ese debería ser el gran acuerdo político que guíe el desarrollo de Bogotá.

Fuente: El Espectador