Es lo bueno de la diversidad. En lo que a mí se refiere, me encanta el fútbol femenino que, por lo demás, no es un recién aparecido. Desde finales del siglo XIX se juega. Nettie Honeyball fue la fundadora del British Ladies' Football Club, el primer club de fútbol femenino conocido, creado en 1895, y una de sus jugadoras. Precisamente el 23 de marzo de 1895, en el estadio Crouch End de Londres, dos equipos conformados íntegramente por mujeres disputaron el primer partido de fútbol femenino de la historia reconocido oficialmente.

En América Latina, específicamente en Argentina, el fútbol femenino comenzó en 1920 y así, a lo largo del siglo XX, especialmente en Brasil, Chile y Uruguay se dio comienzo a torneos locales de fútbol femenino, aunque hubo de por medio prohibiciones o los prejuicios machistas, lo que impidió hasta la década de los ochenta del siglo pasado que se expandiera no sólo en nuestro continente sino en todo el mundo.

Atención especial merece Mariléia dos Santos. Hizo historia al convertirse en la primera futbolista profesional brasileña en jugar en Europa con el Torino Calcio Femminile de Italia. Fue parte de la selección femenina pionera y participó en el primer mundial de esta categoría, en el que goleó y consiguió el bronce. Se retiró como jugadora a los 46 años, con 1.574 goles en su impecable trayectoria. Además, fue nombrada tercera en la lista de la Federación Internacional de Historia y Estadística del Fútbol (IFFHS), como mejor futbolista femenina del siglo.

Lo que hoy está haciendo el fútbol femenino en nuestro país es estupendo. A base de técnica, garra y persistencia la selección Colombia de mayores ya está hoy entre las ocho mejores selecciones del mundo. Maravilloso porque permite darle empuje al fortalecimiento de la liga profesional femenina en nuestro país.

Admiración, disfrute por su juego y orgullo son las emociones que suscitan estas muchachas que, como las de la Sub-17 y Sub-20 triunfan en los escenarios internacionales.