Vamos por partes. Cuando alguien gobierna, de la corriente política que sea, la expectativa es que le vaya bien, que haga su tarea. ¿Y que es eso? Que actúe en beneficio de todos. ¿Cómo lo hace? A través de un manejo eficaz y prudente de la economía. Hay otros renglones, la seguridad, la agricultura, el comercio, la educación, pero si las finanzas van bien, todo lo demás funciona.

En otras palabras: si hay dinero y se maneja bien se pueden hacer cosas que beneficien a todos. Si en vez de Petro hubiera ganado Hernández o Gutiérrez o el que fuera, los deseos serían los mismos, que le fuera bien porque de su actuar dependemos todos los colombianos. La inflación cede, la inversión crece, los empleos se multiplican, mejora la productividad, el comercio, se mueve, la industria se fortalece, en fin, múltiples frentes.

Con Ocampo al frente, un prestigioso economista respetado internacionalmente, el futuro era promisorio. Él iba a ser el ministro de hacienda de Fajardo y su visión de las finanzas es excelente. De ahí que haya conseguido al llegar al ministerio más dinero para llevar adelante las reformas.

Igual pasó en agricultura y educación. Se avanzó en los pocos meses que estuvieron al frente López y Gaviria. Compra de tierras para la necesaria reforma agraria que se viene aplazando des los años treinta del siglo pasado. para conseguir una verdadera productividad al campo. Igual la educación, necesaria para preparar a las nuevas generaciones de cara a los retos que nos esperan en las próximas décadas.

Infortunadamente la reforma a la salud echó al traste todo con la intransigencia de Corcho cuya obsesión es acabar con las EPS, La reforma se necesita, pero no arrasando con todo. La salud debe llegar a las zonas apartadas y la prevención es fundamental para volver más eficiente el sistema, así como acabar con la corrupción. Llegaron las críticas de estos buenos ministros y salieron del gobierno

Necesitamos modernizar el país y las reformas son necesarias tal como la OCDE lo ha manifestado, pero ajustadas a la realidad y no a los sueños ideológicos de Petro. Por fortuna hay voces responsables en el congreso y poco a poco se van moderando.

El problema con Petro es que si las cosas no salen como él quiere, gradúa de enemigos a los que lo critican, se desespera, llama a sus seguidores a marchar, incendia el país y reduce su gobernabilidad peleando con todo el mundo, mientras en su entorno se cocinan graves peleas como las de Benedetti y Sarabia, saliendo a la luz sucesos preocupantes.

Para bien del país, es decir, de todos los colombianos, confío en que prime la cordura y en la próxima legislatura se cocinen las reformas con amplios estudios y en presidencia se gobierne con buen juicio y ponderación, pensando que no todo se puede y que se gobierna para todos y no para los seguidores, ¿Mucho pedir? Posiblemente.

Como cuando se va en un barco y se está en medio de la tempestad, hay que echarse la bendición, confiar en que el capitán conduzca el baro de la mejor manera posible, ayudar en lo que sea posible, esperar que amaine la tempestad y se pueda llegar a puerto seguro. Si Petro se hunde nos hundimos todos. Por eso mi deseo de que le vaya bien, aunque no sea santo de mi devoción.