El cine, como la literatura, es una gran mentira, pero no lo creemos. Dicen los que saben que en estas expresiones del ingenio humano hallamos lo que no tenemos en la vida real: la justicia. En la pantalla como en las palabras, nos sentimos representados.

Somos lo que queremos ser y por eso nos apasionamos a lo largo de las aventuras de los protagonistas, padecemos sus dificultades, nos solidarizamos con sus esfuerzos, aplaudimos sus logros y al final, sea cual fuere su suerte, los acompañamos con una solidaridad que ya quisiéramos tener en nuestra vida real.

Detrás de estas aventuras hay equipos de personas que a través de múltiples trucos recrean las adversidades de los protagonistas. Le debemos mucho a los que han hecho un arte los efectos especiales y más aún cuando no existían los computadores.

Los escenarios de pesadilla que nos emocionaron fueron producto de su ingenio. Muchos son los ejemplos. Uno de ellos es Terminator 2, la épica lucha contra las máquinas. Hoy con la IA que comienza a gobernar nuestras vidas se vuelven más inquietantes estas escenas de destrucción y de muerte.

Un pequeño homenaje a estos creadores de la fantasía: