Con paso ligero y sin escalera al cielo...
Le preguntó cómo estaba.
Y su sonrisa fue la respuesta perfecta.

Pensó que debería saberlo...
Mientras cambiaba las flores de su tumba.
Si en algo era muy buena, era fingiendo que todo estaba bien.

En una zona gris...
Había un rayo de sol, se filtraba y daba color a la escena de dolor.

Dejó de ser amante de la vida y vio como el reloj se detenía mientras caía.

Ya nada importa, es solo un salto, para darle un vuelco al corazón.
No hay nada que entender, es que no hay nada que perder, cuando no hay nada que querer.

Al viento las cenizas, hasta el abismo que, sin prisas, ha devorado la premisa, de que su alma toca una bella canción.

Renunció a todo, mientras bebe gota a gota de la copa del adiós.
Una lágrima se ahoga en el curso de su boca y rememora lo que perdió.

No, ya no vuelve, ya no vuelve más su corazón.
Exhaló su último aliento, pero luchó con intención.
Se despidió con un beso de aquellos que alimentaron su ilusión.

Dijo: algún día nos veremos y se quebró su voz de la emoción.
Sabía que rompería su promesa y todo acabaría como empezó:

Con paso ligero y sin escalera al cielo.
Le preguntó cómo estaba.
Y su sonrisa fue la respuesta perfecta...