En 1999, durante la nonagésima edición de la Maratón África de los Camaradas, el corredor Sergio Motsoeneng llego noveno a la meta. Está a punto de recibir el premio de $10,000 en juego para los diez primeros clasificados cuando llegan las primeras quejas. Algunos corredores aseguran que Sergio nunca los ha adelantado y sospechan de la relajación muscular del hombre a pesar de haber recorrido 89 km.

Además, muchos testigos afirman haberlo visto varias veces abandonar la carrera y luego regresar.
Comienzan las primeras investigaciones e inmediatamente aparecen elementos contradictorios de las fotos inspeccionadas: cada vez que el atleta regresaba para el maratón, el reloj estaba en una muñeca diferente, primero en la derecha, luego en la izquierda, luego en la derecha nuevamente.

Comparando mejor las imágenes, a pesar de una gorra bien puesta sobre la cara, se pueden distinguir algunas diferencias en los rasgos del rostro y una cicatriz en la espinilla derecha que a veces desaparecía misteriosamente.

Ya no hay dudas al respecto, la carrera se distorsionó y Motsoeneng solo puede confesar: su hermano gemelo Fika también corría con él. Cada 45 minutos los dos cambiaban de lugar y, mientras uno corría, el otro lo precedía en su bicicleta para luego encontrarse en el siguiente paso para retomar la carrera en lugar de su hermano. Tenían todo un elaborado plan, donde el otro lo esperaba e intercambiaban gorra, zapatos y petos con el número, repitiendo esto varias veces en el camino.

Una vez descubierto, la descalificación es inmediata, los dos quedan privados del premio en efectivo y se les prohíbio participar en cualquier ultramaratón durante más de cinco años.