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Denunciante Dorado
 |  ‘El gabinete de curiosidades de Guillermo Del Toro’, sus 8 historias de la menos a la más calidosa
Calificación: de
5,00
 | Soyado Por fin pude completar la primera temporada (confiando en que haya una segunda) de ‘El gabinete de curiosidades de Guillermo Del Toro’, una serie de Netflix de ocho episodios auto conclusivos cuyos ejes temáticos son argumentos entre fantásticos, de horror y de thriller.
Esta clasificación es totalmente personal y no pretendo concluir que la misma sea un indicador de calidad puesto que aprecio el esfuerzo realizado en cada una de las entregas. Sin embargo, al mismo tiempo me parece lógico que haya guiones que hayan conectado mejor con mis emociones lo cual constituye la razón principal de este veredicto. Sin más preámbulos…
 Lote 36  Es el primer episodio de la serie y es algo que se agradece enormemente, porque ofrece un magnífico ejemplo de cómo algo que empieza “flojo” puede terminar de maravilla si el talento y la suerte van de la mano. La historia no es mala y las actuaciones resultan convincentes, pero después de visto lo visto y con la inevitable comparación con los demás capítulos es evidente que apenas se estaban calentando motores.
El murmullo
 Notable en cuanto a lograr poner de relieve una circunstancia como el comportamiento de una especie de aves, de modo que la fotografía y el cómo los personajes centrales interactúan con este fenómeno son placenteros de seguir. Lo que sucede es que uno se pregunta: ‘¿Y cómo encaja esto con el rollo central?’, y he aquí una gran patinada que le quita credibilidad a un guion más bien trillado dentro del horror.
Sueños en la casa de las brujas  El marco del argumento es conmovedor como la muerte en vivo de un ser querido cuyo espíritu aparece frente a tus ojos y este es arrebatado misteriosamente. Entonces el trasegar del doliente nos lleva por un camino donde el encuentro con los difuntos “vivos” resulta impactante, pero se le añaden demasiados ingredientes al caldo que se echa un poco a perder. Al menos nos deja con un final lo mar de gracioso. Modelo  Por supuesto que el arte liga con nuestras emociones, pero cuando este mix es una fórmula casi segura para correrte la teja la cosa se pone realmente fea. La pintura es la expresión artística que toma aquí un sesgo fatal, la cual amartilla a un aprendiz movido por la curiosidad que le produce un tétrico outsider dentro de su campo creativo. Una historia meritoria que le hace gran guiño al terror psicológico. Ratas de cementerio :format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F91a%2F9d6%2Ffc0%2F91a9d6fc050858e0013330e29d8afaf1.jpg) Me recuerda a la película ‘Al filo del abismo’ basada en una obra de Stephen King y que ponían mucho en el canal comunitario antes de las ansiadas porno. No es descabellado decir que de alguna u otra forma esta clase de guiones beben de la venerada ‘Tiburón’, y es que cuando hay unos animales asesinos de por medio nuestro sistema mental más primitivo se pone en alerta para degustar esta carnicería. La inspección  Visual y sonoramente este capítulo es uno de los más evocadoramente vintage de finales de los setentas teniendo como gran protagonista al señor Peter Weller (el mismísimo Robocop, o Murphy original). Luego hay una confluencia de personalidades que sin apresurarse en mostrar algún detalle escabroso va rotando hacia un encuentro final que resulta pleno de muerte, terror orgánico y acción slasher. A mi criterio merecería que esta entrega se convirtiera en largometraje.
La autopsia  Puede que peque de sapo de spoilers si digo que este es un plato exquisito para quienes gustan de las historias en torno a ladrones de cuerpos. De ciertos ladrones de cuerpos. Soportado en la presencia sublime del actor F. Murray Abraham, el capítulo resulta una gran alegoría a temas como el último de los sacrificios en aras del prójimo y la convivencia con una enfermedad terminal envueltos en esta antológica propuesta. Por fuera  Un relato desolador al tiempo que jodidamente ilustrativo del todo vale por la apariencia tan arraigado en la cultura actual resulta ser mi capítulo favorito. Se da uno caldo de ojo en la historia, seguro, y también uno se conmueve, se ilusiona y se aterra por los giros de la protagonista y su descenso a su infierno personal, que de no tratarse de esta realidad macabra estaríamos hablando de otra ficción espeluznante.
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