Vamos por partes. El CD es un partido caudillista. Obvio que si su líder se marchita, el partido se hunde con él. Respecto al "descrédito", es lo que pasa con los caudillos. Cuando están en la cresta de la ola del poder se creen por encima del bien y del mal y actúan sin pensar en las consecuencias. Uribe se creyó invencible, pero su estrella comenzó a apagarse con el proceso de paz. Sin las Farc, su discurso político no tuvo razón de ser y afloraron los demás problemas del país para los cuales no tenía solución. Su debilidad permitió que sus acciones criminales fueran investigadas y juzgadas y de "presidente eterno" pasó a "imputado".

El país necesita de sus vertientes políticas. En la diversidad está su riqueza y se fortalece la democracia. Una derecha consciente, moderna y organizada es deseable. Así lo planteó hace unos días el hijo de la Cabal. Esta derecha debería estar encabezada por líderes estilo Enrique Gómez y de los nuevos, Miguel Uribe que con los años va a ser presidenciable.

Lo de la Cabal es de lo peor que le puede pasar a la derecha. Es irreflexiva, torpe, pendenciera y sectaria. Atiza el odio para ganar popularidad y con ella la derecha no tiene oportunidad. Por un corto tiempo tendrá popularidad, pero no tiene cabida en el nuevo país donde se requieren estadistas y no finqueros que defiendan sus añosos privilegios del siglo XIX. La Cabal es un dinosaurio que quiere reinar en el mundo de los mamíferos.

Habrá una nueva derecha, firme y democrática, proveniente de la burguesía urbana. La rural quema sus últimos estertores con Cabal y compañía.