La letra la había escrito Abel Meeropol, un profesor de Nueva York que, tras quedar sobrecogido al ver una foto fechada nueve años atrás con el linchamiento de dos hombres negros en Indiana, había sentido la necesidad de expresarse. Entonces no era raro que se vendieran estas imágenes (algunas, incluso, en tarjetas postales, como explica Bob Dylan en su canción "Desolation Row”) que reflejaban cómo se castigaba a los negros en algunos estados norteamericanos. Muchas veces, ante un público compuesto por adultos y niños que jaleaban y aplaudían a esa “fruta extraña” que se balanceaba sin vida
Billie Holiday no siempre interpretó la canción en sus conciertos. Le causaba demasiado dolor hacerlo. Y por eso sus conocidos le pidieron en varias ocasiones que la apartase de su repertorio. No solo por ella, también por el público: la interpretación suponía un golpe demasiado intenso. Pero, al final, ella siempre regresaba a “Strange Fruit”.