¡Por favor! ¡Por favor! Mírate en Netflix si puedes acceder a una cuenta, o vétela pirata, en fin, pero no te niegues, ni por el verraco, a dejar pasar la oportunidad incomparable de ser testigo de… ¡De!... Ay! ¡Carajo! ¡Mi boca se viene!... ‘No miren arriba’: una experiencia ¡GALÁCTICA, JUEPUTA! ¡GALÁCTICA! ¡Así! ¡Literal y metafóricamente! ¡Con letras en zafiro!

Ya pongámonos serios y descubramos porqué esta producción es, como lo dijo el filósofo cubano-estadounidense Willy Chirino, para un solo corazón, demasiado.

La segunda razón es su contraparte protagonista, Jennifer Lawrence en el papel de Kate Dibiaski, una supuesta estudiante de doctorado en Astronomía, colega del doctor Mindy, quien descubre el cometa que pulverizará la Tierra justo en el momento en que una app de su celular le indique el final de su dieta. Bueno… De pronto Lawrence no tiene un performance tan destacado como el de su colega más famoso, pero es seguro también que aspirará a llevarse su segundo Oscar como mejor actriz.

Y así ‘No miren arriba’, tendría ya dos calvos dorados en el bolsillo de los doce que aspira a conquistar en la edición del año venidero. Y es que este largometraje tiene la mira clara en convertirse en el más vencedor de toda la historia de los premios de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos, superando así a Ben Hur y El señor de los Anillos: el retorno del rey que están empatados con once. ‘Lo podemos lograr. Algo me dice que sí, se siente en el aire…’, dice un integrante de la producción del film imaginado por el autor de estas líneas.

Otro punto que “conspira” a favor de ‘No miren arriba’ como la película definitoria del siglo XXI es el resto de su elenco, adivinaron, galáctico, encabezado por Meryl Streep como la presidenta de Estados Unidos y Cate Blanchett como la sexy presentadora de un programa televisivo. El resto me es más o menos conocido: Ariana Grande, Timothée Chalamet, Ron Perlman… Estos son realmente los más allegados de alguna forma para este servidor, el resto no, pero siguen siendo galácticos, ¡¿ok?!


¡Y claro! La historia en sí de dos astrónomos de una humilde universidad dueña de un telescopio de miles de millones de dólares que descubren un asteroide que puede matarnos a ti y a mí, mi pana, pero que nadie les quiere creer en principio, luego sí les creen, y más cuando descubren que la roca espacial esa contiene un montón de elementos que si llegan a sacarlos ni los jeques con su petróleo se pudren así en billete… Pues resulta un guion que traspasa las fronteras del ingenio literario universal.

El argumento de este largometraje es tan descomunal, que los personajes de Jennifer Lawrence y Timotée Chalamet se llegan a besar (¡Palabra!), podemos ver desnuda de perfil y por detrás con un tatuaje en la parte baja de la espalda a Meryl Streep, pero, lo más importante, es que Leonardo DiCaprio tuvo las agallas de aceptar un papel que podría considerarse su alter-ego de la vida real: un hombre comprometido con su esposa y sus dos hijos adolescentes, pasado de peso, de pelo y barba negras y al parecer algo denostado en su trabajo.