Hablando de los peligros del sexo oral, hace muchos años en lo que era el antiguo y hoy clausurado punto de oro paso lo que podríamos llamar un “accidente de trabajo”, en ese bar había una chica que se llamaba Alejandra, ella era como cualquier otra chica normal de las que uno ve en ese tipo de chuzos, no tenía nada particular, joven, ligeramente rolliza, algo ñera, de tatuajes cutres, eso sí, tenía una cara y un culo de esos que inspiran una lujuria morbosa, o sea una especie de belleza vulgar que tienen algunas viciosas.

Ese día, recuerdo muy bien era un sábado al mediodía, por alguna razón decidí ir buscar putas en ese horario poco favorable y más en aquellos tiempos en que no habían tantos puti garajes ni residencias acondicionadas como ahora, lo usual era ver a las putitas paradas en los portones de las casas o dentro de los negocios, sin embargo en una de esas pasando por la esquina de la 23 con 15 vi a Alejandra sentada en un banquito afuera del punto de oro, como dije era medio día y hacia un calor bárbaro, ella estaba sentada allí con un vestido atigrado y vio mi interés y me hizo una señal para entrar en el bar, accedí, me pareció una buena idea beber una cerveza antes de subir, quien recuerde lo que era la barra cutre del punto de oro rememorara un bar lleno de ñeras y de jibaros pero por ser medio día estaba vacío, después de una charla sin mayor interés y de tomarme la cerveza accedimos a subir, o más bien a salir y entrar en las residencias Roma afuera del local (solamente entre una vez en esas tristes piezas, ya en el Santafé por fortuna hay mejores residencias, lo único con lo que podría compararlo hoy es con los chochales de patio Bonito) pague la tarifa estándar para callejeras en aquella época, unos 20K (aunque se podían conseguir polvos en 10 o en 15 así que se podrán hacer una idea en que año fue). El hecho es que entramos con Alejandra, ella se desnudó y me ayudo a quitarme el pantalón, interiores abajo y procedió a ponerme el condón y empezó a hacer el oral, todo iba bien hasta que un momento sentí un dolor como cuando uno se pellizca el prepucio con la cremallera, agache la cabeza y mire, en un principio no note nada en mi pito pero vi que Alejandra empezó a escupir, vuelvo a bajar la mirada y ya cuando vuelvo a chequear nuevamente mi pene ¡! veo el condón roto y sangre!!!,
El asunto es que por alguna circunstancia que aun hoy no logro comprender muy bien , mientras Alejandra me practicaba el oral un botón de ortodoncia que tenía en su boca rasgo el condón y el tronco de mi pene en el límite con la cabeza, la laceración no era muy grande pero la sangre en esta parte del cuerpo es escandalosa, el servicio sexual se detuvo allí, finalmente pare el sangrado poniendo algo de papel higiénico y en un principio no le presente mucha atención al suceso, de hecho estaba más frustrado por no terminar el servicio que por el incidente, pero sucede que para aquel entonces era un putero muy novato y falto de información, la paranoia empezó a consumir mi cabeza con toda clase de escenarios de contagio de una ETS a pesar de que a lo sumo mi herida tuvo contacto con su saliva y nada más (en mucho más riesgo estuvo ella), me atormentaba con preguntas que tal si esto o que tal lo otro…en fin, después de ese incidente pase algunas semanas en las que somatice toda clase de síntomas, empecé a leer sobre enfermedades en los peores sitios, en los más frikis, consulte algunos médicos pero algunos de ellos ignoraban bastante sobre el tema y terminaron desinformándome más e incrementando mi paranoia, por fortuna finalmente consulte con verdaderos profesionales que me explicaron los riegos y después de los test de rutina todo resulto OK, aprendí sobre los riesgos involucrados, desde entonces empecé a informarme mejor sobre estos temas y todas las leyendas alrededor y en esencia actuar consiente de los riegos a los que uno expone en la práctica del puteo.
En cuanto a Alejandra, la veía siempre sentada ahí en su banquito afuera del punto de oro, ya las últimas veces que la vi estaba muy yonki hasta que desapareció y como suele suceder en este mundo no notas hasta que ha pasado mucho tiempo, no la volví a ver nunca más para invitarla a una cerveza y recordar con ella esa experiencia tan bizarra.