Por lo que he leído, no existe sello de recibido ni aparece en el archivo de la correspondencia de la Presidencia de la República que se hayan recibido esas cartas, al menos la primera. En otras palabras, se infiere que Santos no las tuvo en sus manos por este medio.

Llama la atención que el fiscal, ante la gravedad de la situación, haya preferido el canal epistolar antes que, como era lo obvio, que se hubiera reunido con el jefe de Estado para ponerlo al tanto del "conejo" que algunos desmovilizados le estaban poniendo al proceso de paz

Sin embargo, es previsible que el comisionado Sergio Jaramillo le haya comentado al entonces presidente Santos los pormenores de estas cartas e, igualmente, que el primer mandatario le haya dado las instrucciones necesarias para atender el llamado de alerta de la fiscalía.

Restaría por escuchar a Jaramillo sobre el particular. Aparte de esto, no se desprende de las cartas si con ellas se ilustró su contenido con las pruebas recaudadas que demostrarían la reincidencia de algunos de los desmovilizados.

Como esto apenas empieza, es saludable que el expresidente se pronuncie sobre el particular así como los otros dos destinatarios y el mismo exfiscal, para que armemos el rompecabezas que, imagino tiene como destinatario a Santrich.

Aquí valga la pena aclarar que, con independencia de si fue un montaje para hacerlo caer en el terreno del ilícito, lo cierto es que una persona honesta no hubiese caído en la celada. Santrich cayó lo que indica su mala fe dentro del proceso de paz.

Al margen: personaje siniestro resultó siendo este Martínez que ahora filtra estas misivas con el fin de echar humo a sus intentos por ponerle zancadillas al proceso de paz.

Como diría la sabiduría popular, con toda esta caterva de delincuentes tanto en el gobierno como en la oposición (recuerdo el maletín de Petro) no hay con qué hacer un caldo.