Aunque se desea que los mejores sean los que conduzcan un país, en este que llamamos Colombia donde los corruptos, los mediocres y los violentos gobiernan o sueñan con gobernar, un hombre brillante y honesto, quizás no tiene cabida.

Cita:

Carta a Alejandro Gaviria Por: Mauricio Liévano Publicado en: Suave y Profundo Apreciado señor: Son muchas las voces que le piden que se lance como candidato a la presidencia. Una mente brillante como la suya, con seguridad, lograría cosas buenas para el país. Yo, sin embargo, que no lo conozco, que solamente le admiro su brillantez y su sabiduría, le pido que no lo haga. Usted, que luchó valerosamente contra el cáncer linfático que lo atacó hace algún tiempo, no puede dejarse infectar por uno mayor. Hoy goza de una respetabilidad a toda prueba. Académicos, políticos, funcionarios y mucha gente del común estamos de acuerdo con aplaudir su carrera como economista, como humanista, como ministro de Protección Social, como investigador y como rector de la Universidad de los Andes. Pero no lo dude. Si usted toma la decisión de lanzarse, todo eso desaparecerá. Petro, que le coqueteó para que fuera el candidato de la Colombia Humana a la Alcaldía de Bogotá, lo graduará de enemigo porque una cosa es que compitiera por un cargo en el que él no era candidato y otra, muy distinta, cuando le entre a disputar el lugar que cree merecer. Los del Centro Democrático no lo bajarán de castrochavista peligroso, los godos y los curas de ateo y destructor de las familias, los del Polo de privatizador de la salud, los liberales y los verdes, pues son los liberales y los verdes. Sea por el partido que sea lo pondrán a hacer maromas en Tik Tok, a explicar su posición sobre el aborto, a responder si su hermano Pascual es marihuanero de verdad o si su esposa tiene contratos leoninos. Tendrá que ir a Sábados Felices, a los programas de la radio, tendrá que alzar niños que no quiere y hasta deberá responderle a Vicky Dávila. El país lo necesita, pero no creo que estemos preparados para un tipo como usted. Desde la academia puede cambiar al país en forma más profunda que desde campaña. La política logrará lo que el tiempo no ha podido: acabar con su prestigio, porque si algo es seguro es que usted difícilmente saldrá elegido, pero sí quedará infectado

Fuente: El Tiempo