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Antiguo 21-10-2020 , 01:13:24   #4663
bauerbog
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Parte 2

La sed nos agobiaba a ambos. Estábamos abrazados y muy sudorosos. Entonces me enderecé y fui por toallas para secarnos y en el camino cogí dos botellas con agua que había comprado previamente y le ofrecí una. Ella la tomó y bebió con la misma avidez con la que yo lo hacía. Le di una toalla. Yo cogí otra. Nos relajamos un poco mientras hablábamos y me dijo que me tenía otra sorpresa. Esta vez fue ella, desnuda y en tacones, la que se paró. Se dirigió a su cartera y de ella sacó una bolsa, la cual la puso encima de la cama. Empezó a sacar de la bolsa sus juguetes sexuales (sus dildos). Sacó tres, todos ellos muy diferentes entre sí. El primero era el más largo (para penetraciones vaginales), otro más corto (para la penetración anal) y el último era el más especial de todos: Tenía doble punta de diferente tamaño y permitía una doble penetración simultánea, además poseía vibrador, muy útil para estimular el clítoris. Le dije que se acostara en la cama y que se hiciera de lado. Alcancé el lubricante. Ella con gran elasticidad levantó una de sus piernas para hacerme más fácil utilizar todos los elementos que trajo en ella. Lo deseaba, me incitaba a hacerlo. Apostaba que eso provocaría de nuevo mi deseo. Ella acertó. Sin darme cuenta, de repente, volví a tener energías. El deseo regresó vigorosamente y mi miembro quedó listo para el segundo round.

Comencé aplicándole de nuevo el lubricante en generosas cantidades. Con mi dedo pulgar la acaricié alrededor de su ano y con los restantes masajeé sus labios y su vagina. Luego le metí los dedos y los movía dentro de ella. Luego los saqué y le froté con más intensidad su clítoris, tal como le he visto a ella masturbarse en otras ocasiones. Una vez comenzó a mojarse toda la zona decidí empezar a coger sus dildos. Comencé por el más largo. En ese momento ella lo tomó, lo chupó y lo escupió y me lo devolvió para que se lo frotara primero y se lo introdujera en su vagina. Le apliqué más lubricante y comencé a frotárselo por toda su vagina. No la penetré con eso inmediatamente. Me tomé mi tiempo. Ya la veía bien lubricada y de a pocos se lo fui introduciendo. Busqué diversos ángulos de penetración y en el que el dildo penetraba más profundamente, en ése continué. Ella gemía cada vez más y sentí muchas ganas de metérselo por el ano. Ella no deseaba que se lo sacara y me dijo que usara el pequeño para penetrarla por ahí. Ella no necesitó decírmelo. Le eché otro poco de lubricante y poco a poco lentamente la fui penetrando analmente con el segundo dildo. Ella sostuvo el primero con una de sus manos y yo poco a poco la penetraba con el otro. Al comienzo hubo en ella una mezcla de placer y dolor al introducírselo pero poco a poco el placer desalojó por completo al dolor y ví que ya lo estaba disfrutando. Seguimos unos minutos así. Mi pene estaba bien parado y se iba poco a poco lubricando. Tenía unas ganas de penetrarla en ese momento pero recordé que faltaba utilizar el dildo más interesante de todos. Le saqué el dildo anal. Ella retuvo la punta del dildo largo en su vagina pero luego lo dejó caer a la cama. Me dijo que el tercer dildo tenía un botón de encendido. Lo pulsé y se iluminó la punta más larga y comenzó a funcionar el vibrador. Primero se lo acerqué a la vagina que era la más lubricada, ella lo sintió de inmediato. Luego se lo pasé por el clítoris y eso de verdad la estremeció. En la punta y alrededor. Con mucho cuidado de no lastimarla. Movía su cabeza. Cerraba los ojos. Abría su boca. Su respiración se entrecortaba más y más. Mi mano se estaba cansando de sostener el dildo por varios minutos sin interrupción, se lo moví y le hice la doble penetración con el dildo. Las paredes del ano estaban ya relajadas y el dildo la penetraba por ambas partes con facilidad. Eso fue demasiado provocador. Quería penetrarla sí o sí. Ella me insistía en que continuara, en que no se lo sacara porque lo estaba disfrutando mucho. Entonces mientras con una mano continuaba manejando el dildo con la otra cogí ya un preservativo que tenía listo. Como tenía mi miembro bien lubricado ponérmelo no resultó muy difícil. Eso sí tuve que parar de moverle el dildo.

Con el preservativo puesto retiré el dildo de su vagina más no de su ano y con facilidad al fin la penetré vaginalmente. Como lo sentí de rico. Adentro estaba todo caliente y muy mojado. Fácilmente entraba y salía. Me concentré tanto en penetrarla que dejé caer el dildo vibrador. Entonces me dijo que cogiera uno de los otros dos dildos y se lo metiera por el culito. Escogí el largo con la expectativa retorcida para ver si le entraba o no. Era bien grande. Mientras la penetraba vaginalmente, el dildo largo entró aunque con algo de dificultad inicial. Ya después entraba muy justo pero con la lubricación que tenía entraba y salía sin que a ella le produjera dolor. La penetraba vaginalmente cada vez con mayor intensidad y ella cogió el dildo y siguió dándose por el culo con el mismo ritmo que yo la penetraba por la vagina. Llegó el momento en que soltó el dildo y me preguntó que si se lo quería meter por el culito. No se lo dije pero en mis adentros me dije: Claro que sí. No sé cómo soporté tanto tiempo sin hacércelo. Me dijo que para ambos era más cómodo hacerlo en 4. Se acomodó como lo suele hacer pero levantó más su culo, se abrió con sus manos las nalgas, le acerqué una almohada para que descansara sus tetas en ella e inclinó su cabeza hacia un lado. Con una mano cogió mi pene, lo palpó de que el condón estuviera en buenas condiciones y ella misma se lo intodujo en el ano. Yo empuje suavemente para que se terminara de introducir. Poco a poco lo fui moviendo dentro de ella y sentí un enorme placer al hacerlo. Ella gemía y me pedía que le diera duro. Ahí aumenté el ritmo progresivamente hasta el punto que cada embate mío producía un sonido muy audible cuando mi cuerpo chocaba con sus nalgas. Me contentré totalmente. El ritmo era frenético y desenfrenado. Empecé a sentir cansancio. Poco a poco me movía menos pero lo compensaba moviéndole más sus grandes y carnosas nalgas hasta que ella se cansó de las rodillas y quedó entirada boca abajo cuan larga es en la cama. Yo no se lo saque. Seguí encima de ella y ahora la responsabilidad de los movimientos era completamente mía. Me seguí moviendo con vigor. Todavía me quedaba gasolina en el tanque. Se lo metía hasta el fondo. No dejaba de gemir. Estaba encima de ella. Podía besarle la nuca, las orejas y el rostro. Ella en ese momento giró su rostro buscando que la besara en la boca. Lo conseguimos. Mientras la penetraba nos besamos de lengua desaforadamente y eso me llevó al punto de no retorno. Le saqué mi pene de su culo. Ella tenía a la mano los pañitos húmedos. Sacó uno y con él retiró con una habilidad increíble el preservativo de mi pene. Lo metió en él y lo tiró al piso de la habitación. Me dijo que le pusiera mi pene entre sus tetas y que con libertad me viniera. Esa confianza me permitió venirme copiosamente con entera libertad y máximo placer. Me dijo que lo sacara todo con calma. El semen seguía saliendo y le caía en ambas tetas y se escurría en ellas. Ella con sus manos se lo frotó sus tetas y me terminó masturbando con su mano de manera cada vez más lenta y suave. Terminamos sonriendo. Yo sudando copiosamente me retiré de su cuerpo y me recosté a su lado. Ella alcanzó la toalla que había utilizado anteriormente y comenzó a secarme desde la cabeza hasta el pecho y la espalda. Le agradecí por eso y por todo y me rodeó con sus brazos y me dió otro delicioso beso en la boca. Continuamos besándonos por unos cuántos minutos más mientras nos pasaba el agobiante calor que sentíamos, hasta que nuestras bocas se separaron y aproveché para alcanzar las botellas con agua para tomarnos lo que quedaba de ellas.

Miré de soslayo mi reloj. Habían pasado más de 2 horas y media sin contar el tiempo previo de preparación. Quedaban unos veinte minutos para cumplirse el tiempo. Pensaba que no sería capaz de tener una tercera venida. Ella estiró su brazo y alcanzó su aceite corporal de la mesita de noche y sólo me dijo que me hiciera boca abajo. Yo puse mi toalla, la estiré y me acomodé encima de ella. Vi que de repente ella se roció bastante aceite en sus nalgas. Luego se sentó en las mías. Volvió a coger la botella con aceite y me echó una buena cantidad en mi espalda y nalgas. Empezó a masajearme el cuello, los hombros y la espalda suavemente con sus manos. Luego bajaron a mis nalgas y por entre ellas. Luego inclinó su cuerpo y me empezó a frotar suavemente sus firmes tetas en mi espalda y en mis nalgas. Luego se adelantó más y sentí sus nalgas aceitadas recorriendo mi cuerpo de arriba a abajo. Cuando bajaba sus tetas volvían a recorrer el mismo camino mientras su culo descansaba en mis muslos. Me pidió que me volteara. Tremenda sorpresa se llevó cuando vio que mi miembro se erguía de nuevo por tercera vez y volvió a hacerme todo lo anterior pero de frente. Posteriormente me dio la espalda y se puso en la posición 69. Me puso su culazo en mi cara y volvió de nuevo a mamarme la verga muy suavemente pero con mucha saliva y con garganta profunda. Se lo metía hasta el fondo, lo succionaba, lo escupía, lo lamía tan rico. Me dijo que lo disfrutara. Que estaba segura de que podría hacerme venir de nuevo. Me dijo que le cogiera las nalgas y que suavemente le chupara el clítoris y así ella me llevó al orgasmo final, obviamente no tan abundante como los dos anteriores, pero para mí eso fue algo extraordinario que creí que no lograría. Cuando sentí que me iba a venir le di unas leves palmaditas en las nalgas para avisarle pero en el momento de eyacular sentí que mi pene todavía estaba dentro de su boca. Ella me lo siguió chupando al eyacular. Oí en un instante que ella escupió en un pañito que tenía listo en su mano. Luego me masturbó suavemente como en la anterior eyaculación y esta vez me lo volvió a chupar muy rico y hasta el fondo por un momento como queriéndose asegurar que ya no me quedaba nada más adentro.

Ella cogió otro pañito y con cuidado me limpió completamente la zona y lo tiró al piso. La tomé entre mis brazos y esta vez yo la besé. Disfruté todos los besos que nos dimos pero ése lo disfruté muchísimo en particular. Era un beso de mutua satisfacción. Nos recostamos un momento y ella por primera vez buscó su celular para ver si tenía mensajes. Mientras lo hacia, yo por detrás la rodeo con mis brazos y le acaricio sus tetas. Luego termina de mirar su celular, se levanta y lo deja sobre la mesa cercana. Me pone una de sus manos en mi rostro y me da otro rico y sonoro beso en los labios. Para entonces ya el calor ya nos estaba pasando. Me tomó de la mano para ir a ducharnos juntos. Le dije que quería recoger una cosas que se habían caído al piso. Le pregunté si no tenía ganas de ir al baño. Ella asintió con la cabeza. Mientras ella fue a orinar yo traté de juntar mis pertenencias tiradas en el piso y recoger tantos pañitos con preservativos para botarlos a la caneca correspondiente. Una vez que recogí todo lo que vi tirado me di cuenta que ella ya había hecho sus necesidades fisiológicas y estaba abriendo la llave de la ducha. Yo antes de entrar a bañarme con ella sentí la necesidad de lavarme las manos con jabón por todo eso que había cogido del piso con las manos. Luego oriné, descargué y me volví a lavar las manos. Observé mi reloj. Se cumplieron las tres (3) horas de servicio pactadas. Fue increíble como se dio todo. Todo terminó a tiempo en el momento justo sin estar mirando continuamente el reloj. Los dos nos dimos cuenta y supimos el momento en que la actividad debe terminar. Luego de darme cuenta qué hora era entré a la ducha. Ella me dio su mano para que yo entrara, me dio un besito en los labios, me rodeó con sus brazos y comenzamos a enjabonarnos mutuamente. Permití que ella se enjuagara primero y saliera de la ducha antes que yo. Yo duré unos dos minutos más mientras me enjuagaba y disfrutaba la calidez del agua que me relajaba mucho. Salí relajado de la ducha y ella me dejó cerca una de las pocas toallas que quedaban limpias para que me secara.

Nos vestimos en silencio. Me pongo a pensar que durante todo el tiempo que estuvimos juntos, hablamos muy muy poco. Yo pensándolo bien yo sí quería decirle y preguntarle varias cosas. Me di cuenta que el momento no era el propicio para eso. Más bien me rindió vestirme. Lo único que me faltaba por ponerme era mi chaqueta, mi careta y tapabocas. Mi maleta ya la tenía lista. Guardé todo lo que llevé de la manera más ordenada que pude. Ella antes de vestirse trajo su alisador de cabello, lo usó y rápidamente se vistió. Yo saqué mi celular. Abrí una app que ambos tenemos en nuestros celulares. En cuestión de un minuto le hice el giro de dinero convenido pagándole por sus servicios. Ella inmediatamente lo constató mirando su celular. Sonrió y me dio las gracias. Una vez vestida volvió a tomar su celular pero esta vez para conseguir transporte por aplicación. Observé la pantalla de su teléfono y vi que el carro que pasaría a recogerla llegaría en 5 minutos. Al ver eso ella terminó de alistar sus cosas, metió los supertacones en una bolsa grande junto con sus dildos y sus demás pertenencias en su espaciosa cartera. Le dije que mirara bien, que no se le fuera a olvidar nada. Antes de ponernos nuestros respectivos tapabocas le dije que llamara a la recepción desde su celular para decir que ya salíamos. Luego nos abrazamos y nos dimos el último beso. Me pidió que le enviara mensaje cuando llegara a mi casa para poder estar tranquila y saber que había llegado bien. Yo asentí. Me puse la chaqueta, el tapabocas y la careta. Ella se puso su chaqueta y tapabocas, mientras que yo abrí la puerta de la habitación. Logré recoger la basura y botarla en varias canecas pero me quedó faltando recoger unas toallas, almohadas y una sábana del piso con algunas zonas mojadas. La habitación quedó convertida en zona de desastre. Fue cuando apareció una de las empleadas. Nos dijo que dejáramos la luz prendida y la puerta abierta porque en algunos minutos comenzarían allí las labores de limpieza. Bajamos con cuidado las escaleras. Llegamos al lobby y bajamos las últimas escaleras para llegar a la zona de parqueaderos. Desde allí divisé a los lejos el carro que la recogería. Le indiqué por donde venía. Nos miramos el uno al otro por unos instantes. Luego sin tocarnos nos despedimos. Ella se montó en el carro particular y yo salí de allí. Lo último que vi fue a ella mirándome a través de la ventanilla a medio bajar y moviendo su mano como despedida. Yo apenas la miré, apenas moví mi mano y la vi alejarse de mi vista. Lo único que me quedaba por hacer era buscar mi camino de regreso a casa y llegar allí con bien, sano y salvo.


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