Compadres, saludos!


Más de una vez he visitado este foro, buscando anécdotas y referencias de putas pero apenas ahora me dio por registrarme. Viví en Bogotá muchos años y comí mucha puta. Mi zona preferida era el Santa, pero siempre callejeras, no me gustan ni el trago ni la música de los chuzos y por eso no he entrado jamás a ninguno. A lo mejor me he perdido de algo bueno, pero igual he comido mucha callejerita rica. Pero así como hay experiencias buenas, también las hay malas, ahí están:


- Lo más frecuente es ofrecer cosas que luego no cumplen. Muchas veces las que son más lanzadas en la calle, las que lo agarran a uno y dicen que si a todo, luego en el cuarto son los peores polvos. A mí me gusta besarlas y por eso les pregunto si dan besos, algunas dicen que si, y luego salen con que es adicional, o le dan a uno un pico de mala gana y ya.


- Las clásicas que ya han dicho: no quitarse toda la ropa, que no me toque ahí que me acaban de hacer el tatuaje, “olvidarse” de los vueltos. Uno aprende a llevar solo lo justo, pero a veces con la calentura eso se olvida.


- Los truquitos para que uno se venga rápido conmigo no funcionan porque soy de polvo largo, y más de una vez se me han puesto bravas porque no me vengo tan rápido como quisieran.


- Y con esta historia resumo lo anterior: Una vez iba bajando por la 23 y me salió una vieja toda coqueta ofreciéndome de todo con voz de sirena insinuante, jaja. Como estaba buena negociamos y nos fuimos para adentro. Le pagué y cuando le pedí los vueltos me dijo que me los daba cuando saliéramos… Ahí ya dije no, esa platica se perdió, pero como no sirve de mucho pelear con una puta, pues a culear y que le aproveche esa platica a la bandida esa… Nos desvestimos, me lo chupó, me montó, y nada más mi miembro se asomó al interior de su nido, se quita y me sale con que tenía violín. Yo no entendí ni miércoles (de hecho soy músico, toco violín y pensé que la puta me había reconocido de algún lado, jajaja) De pronto ella se pone como loca, me dice que no se aguantaba ese violín, que fuera aseado, que no se que más; y cogió sus trapitos y se largó, dejándome desnudo, erecto y con una confusión ni la hijuemadre. Cuando salí, me la encontré en la puerta hablando pestes de mí (ahí entendí que con violín se refería a sobaquera) y la enfrenté, le dije que no fuera mentirosa y que me devolviera mi plata, cosa que obvio no hizo, porque según ella “ya la había penetrado”… La penetración más corta de la historia. Al final sólo le dije vea, usted es una ladrona. Y me largué de ahí y me comí otra puta, una nuevita, que en la calle estaba tímida y luego en el cuarto se portó bien, al contrario que la anterior.
Esa es mi peor experiencia puteril, la vieja quería plata sin culear y me robó. Dicho de paso que yo soy aseado cuando voy de putas, me acicalo como si fuera a ver a la novia que no tengo.
(Bueno, la peor experiencia fue una vez que me robaron en el santa, pero eso no fueron las putas así que no cuenta)


Y la última mala experiencia fue con una puta de mileroticos. En las fotos se veía riquísima, pero en persona perdía mucho. Suele pasar, la magia de la fotografía. Y luego yo tenía toda la intención de besarla y trapearla, y ella se dejaba, pero la boca le olía a mil demonios y a la cuca ni me acerqué. Y dijo que era de la costa, de Barranquilla, pero cuando sacó la cartera para guardar la plata vi asomar una cédula venezolana, jajaja.


Sí, las putas son mañosas, pero hacen falta. Con esto de la cuarentena y que donde vivo hay pocas, las extraño.