Cerca del 60 por ciento de las renuncias a la nacionalidad colombiana proviene de Alemania, un país que no figura en los primeros lugares de las estadísticas sobre emigración de nuestro país.
"Tiene que ver con el hecho de que los alemanes, a diferencia de nosotros, no admiten la doble nacionalidad. Quien quiere ser alemán tiene que serlo en forma exclusiva", explica Claudia Sinning, coordinadora del Grupo de Nacionalidad de la Cancillería.

Después de los consulados en tierras germanas, los más visitados por quienes quieren dejar atrás su 'colombianidad' son -en ese orden- los de Austria, Estados Unidos, Suecia, Noruega e Italia.

En cuanto a las renuncias que se diligencian en Bogotá (menos del 5 por ciento del total), la funcionaria cree que la mayor parte corresponde a jóvenes con doble nacionalidad que quieren evadir el servicio militar obligatorio.

Afortunada o infortunadamente, renunciar a ser colombiano es un derecho que no requiere justificación alguna. Eso sí, hay que contar con autorización de los padres si el interesado es menor de edad.

También hay arrepentidos

Pero igual o más curioso que las cifras y las motivaciones de esas personas es el tema de los ex paisanos arrepentidos, que por ley deben esperar dos años (contados a partir de la fecha de expedición del acta de renuncia) para poder solicitar que su nacionalidad les sea devuelta.

Durante los últimos seis años, 5.314 personas han 'pedido cacao'. Más de la cuarta parte lo hizo en el último año y cerca de la mitad recurrió a los 15 cónsules que hay en Venezuela.

Buena parte de los colombianos radicados en el país vecino emigró antes de 1991, cuando la Constitución no permitía la doble nacionalidad. Lo que puede estar pasando, dice Sinning, es que quienes tuvieron que renunciar a su 'denominación de origen' estén recuperando sus pasaportes vinotinto ahora que la ley se los permite.
Otra explicación, menos diplomática pero igualmente posible, es que estos hijos pródigos busquen hacerle el quite a un eventual 'racionamiento' en la expedición de pasaportes ordenado por el Gobierno de Hugo Chávez.

El caso de Fernando Vallejo
Una última ironía le depara Colombia a Fernando Vallejo, el escritor antioqueño que hace exactamente una semana abjuró de su nacionalidad. "Que quede claro: esa mala patria de Colombia ya no es la mía y no quiero volver a saber de ella", dijo en ese momento el escritor antioqueño que se nacionalizó mexicano.

Buena parte de la carta con la que dejó claro que esta patria ya no es la suya hablaba de las "cuando menos veinte dependencias burocráticas" con las que lidió para intentar rodar películas aquí. "La mala patria que me cupo en suerte acabó con mis sueños de cineasta", resintió.

Ahora, como una burla del destino, el Ministerio de Relaciones Exteriores, el mismo que en su momento no le dio "las visas de los técnicos que debía traer de México", le tiene otra mala noticia: si es cierto que quiere renunciar a su nacionalidad, debe acercarse al consulado, demostrar que tiene otra, devolver la cédula y el pasaporte, presentar su 'pasado judicial' y adjuntar cuatro fotos.
Si usted cuenta con otro pasaporte, librarse de la incómoda libreta vinotinto es muy sencillo. Sobre todo, si lo compara con lo complicado que resulta para un extranjero de a pie nacionalizarse en Colombia (cinco años de residencia, examen y por lo menos seis meses de trámite).
Un consulado puede hacer la diligencia en dos horas, mientras que la Oficina Jurídica de la Cancillería se toma 20 días o menos. La diferencia radica en que las actas tramitadas en Bogotá deben llevar la firma del Ministro.