Referente al tema post COVID en el Santafé, Se que este tema ha sido tratado en otros hilos, personalmente (y como muchos también lo han dicho acá) estoy seguro que el negocio se reactivara con fuerza, porque es sabido que el comportamiento humano después de que se le imponen restricciones a sus deseos (o vicios) tiende a sobre compensar mediante excesos su sensación de pérdida, por otra parte la situación socioeconómica disparara la oferta y habrá muchas personas sobrellevando la crisis económica tanto como sexoservidoras como clientes por que también es sabido que la prostitución se convierte en una forma fácil y asequible de entretenimiento en este tipo de situaciones.

Por otra parte la pauperización y reducción en el nivel de vida de las pampelmusas hará que muchas estén dispuestas a rebajar sus precios y diversificar sus servicios.
No sería raro que buena parte de la legión extranjera terminara repatriándose para volver a prestar sus servicios a nivel local, habrá que ver cómo les va en los países donde estas mujeres se encuentran actualmente, particularmente las que conozco están en Europa y en algunos lugares de Sudamérica como chile o ecuador, todos estos lugares prevén serias contracciones en sus economías que pueden hacer que el negocio ya no sea tan redituable en esos lugares o que se enfrenten a una mayor competencia.

Pero pienso que una cosa distinta van a ser los negocios y particularmente el sector, La situación en términos de calidad ya venía deteriorándose en el Santafé antes de la pandemia, ya desde hace un par de años era evidente que el barrio pasaría de ser una zona de “tolerancia” a convertirse en un tugurio peligroso (o más peligroso) particularmente por la llegada masiva de venezolanos.
respecto a la llegada de la gente de Venezuela en un primer momento fue favorable ya que trajo consigo un plus de calidad que además provoco una rebaja y regulación en las tarifas que por aquel entonces se estaban disparando, pero las migraciones sucesivas trajeron una población diversa de todos los pelambres en gran parte asociada al hampa, junto con ello otros problemas de explotación y miseria, hoy por hoy y no sé si me estoy equivocando, el barrio está atiborrado de chulos, jibaros y demás formas repotenciadas de delincuencia venidos del vecino país. En esencia se formaron guetos y pandillas de venezolanos que hoy controlan buena parte del barrio y ahora, por lo menos, el hobby de ver callejeras es más inseguro.

Tampoco es que antes la situación fuera un mar de tranquilidad pero a todos los ñeros y demás delincuentes locales se les controlaba al menos un poco, es más, me atrevería a decir que gracias a estas invasiones bárbaras ahora los ñeros pululan, y si a esto le sumamos el abandono que ha causado esta pandemia, pensaría que se ha dejado irremediablemente el barrio a las manos de toda esta gente y que cuando todo esto termine muchos de los que frecuentemos el Santafé encontraremos un lugar que ya no será el lugar “sórdido” pero chévere sino una zona con antros de mala muerte toda al estilo de los chochales de la 19 a la 22 y seguramente como ya venía sucediendo, los negocios se desplazaran a otras zonas de la ciudad.

Quizá digo esto porque no he vivido de forma permanente en el país por varios años y así de esta forma podía sentir lo que sucedía cada vez que regresaba y me daba una vuelta por el barrio, pero me parece que los cambios son evidentes y han sido para mal, y la pandemia lo a hecho mucho peor por lo visto en estos últimos días.