Iniciado por Polimorfo  Un saludo foristas.
He estado inactivo durante esta situación tan particular. Aunque, en épocas pasadas también me había alejado de visitar prostitutas por periodos algo prolongados, ya sea por estudio, trabajo, ingresos, preocupaciones o la combinación de varios factores.
Igual, la mayoría de participantes seguramente habrán experimentado momentos extensos de alejamiento de este medio y aun así lo lograron superar sin mayor problema.
Las fotos cargadas corresponden a una de las últimas experiencias, antes del cierre preventivo de los prostíbulos, más o menos en el mes de marzo del presente año.
Sucedió en el reservado de rosquillas de la calle 64 con 15, con esta mujer menudita, pequeña, tez canela, delgada, cabello negro y largo, rasgos de aspecto indígena, cola redonda no muy grande y de buena consistencia, silueta aceptable, piernas delgadas y bonitas.
Se hace llamar Cristina, originaria de Valledupar, 19 años, con novio, un hijo.
La oportunidad se presentó porque después de visitar varios sitios no encontré mujer alguna que inspirara provocación y existía desdén de regresar sin lograr contacto íntimo.
Al ingresar, estaba de pie en el mostrador, vistiendo un jeans azul que le resaltaba muy bien su trasero. Al abordarla, se comportó amable y sin tanta demora, a la habitación.
Aunque físicamente no es una mujer voluptuosa, ni de rostro hermoso, quede satisfecho con la experiencia a causa de su implicación en el acto. En cuanto a su entrega, es algo similar a la chica negra Nataly, de la bonita.
En misionero, apenas fue penetrada, parecía que la estuvieran empalando, descomponiendo su cara y mostrando un desespero inusual. Es relajada, casi no habla pero cede fácil a lo que se le pide en cuanto a poses y ritmo.
Gime suave, no pronuncia porquerías ni trata de parecer actriz porno, lo cual le da una pizca de autenticidad, siendo motivante esa especie de descontrol es sus movimientos, ese agite en su respirar que enseguida enciende las ganas de darle pero mas duro y meterlo hasta el fondo.
En cuatro, se acurruco como victima sin salvación y al pasar unos pocos segundos arqueo fuertemente la espalda y se extendió quedando boca abajo. Sin sacarle el miembro de su cavidad bastante estrecha, también me extendí quedando prácticamente montado en sus pequeñas y redondas nalgas.
Que pleno!!! , que áspero ver como se deformaban sus glúteos con el impacto de cada empuje, que además eran potenciados con la fuerza de gravedad, porque literalmente estaba era brincando sobre ella, con el deseo ferviente de penetrarla hasta el ultimo milímetro.
En aras a lo prometido de no ser tan extenso con los relatos y saturarlos de frases, se puede resumir comentando que el resto de la experiencia fue en la misma tónica. Una chica sencilla, que se deja poseer y permite un vaivén vigoroso. Lo que no tiene de atractiva, lo tiene de permisiva y en esta ocasión, compenso con creces.
Al final, le di las gracias con sinceridad por haberme permitido desahogar mi ímpetu sin colocar problemas.
Sonrió suavemente, sin mostrar síntomas de fastidio o enojo. No pidió propina, tampoco se la di, aunque creo que lo justo hubiera sido darle algún billete para incentivar ese comportamiento complaciente. |