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Soyado · 06-10-2019 , 00:00:29

Lágrimas, asombro, identificación y mucha, mucha atención: esto fue lo que básicamente produjo a este escritor la proyección de ‘Guasón’ (‘Joker’), uno de esos largometrajes que se convierten ya en fundamentales dentro de la película de su vida.

Es indudable que largometrajes como ‘Guasón’ no son mero entretenimiento para algunos espectadores. O mejor digamos, personas. En ese particular grupo que el autor de estas líneas considera que es minoría se involucran gentes -lo cree él también- que tienden a tener un muy enrevesado perfil sicológico, una obsesión innata por la introversión así como extrema sensibilidad hacia los actos propios y ajenos; también huelga decirlo, una peculiar característica por extraer filosofías de sus vivencias cotidianas.

Lo único pues que comparten estos individuos con los demás quienes van a cine a ver estas películas es que confluyen en un espacio y el gasto que les ha representado una función (a excepción de los que, claro, se pueden dar el lujo del espectáculo de la pantalla grande sin pagar).

Arthur Flink es otra representación del marginal que no elige serlo por placer (al menos en primera instancia en ciertos casos), sino porque simplemente parece ser parte de su individualidad. Como los que por ejemplo siempre están en contacto en redes sociales, hacen todo tipo de actividades grupales y siendo más específico y quizá turbio (depende de cómo se mire), opinan, saludan y hasta sienten (¡sienten!) de manera automática. Sus existencias son un cliché indefinido.

Estos personajes fílmicos tuvieron su apogeo en el cine estadounidense concretamente en la década del setenta, cuando parecía que la sociedad en general de ese país de alguna forma entronizó el colapso moral del individuo. ¿Watergate tuvo que ver en esto? Probablemente tuvo que ver, sí. Entonces esa época no escatimó esfuerzos en mostrar sin eufemismos el desencanto del ciudadano raso que creo somos ustedes y el redactor de estos párrafos. Una visión totalmente contraria a la de la siguiente década, la del ochenta, donde el materialismo y el optimismo rebosaron las propuestas fílmicas.

Mandándome un tipo de spoiler de ‘Joker’ que sin embargo sé que puedo decirlo porque no es un adelanto ni una inferencia de parte alguna de la trama, el hecho que el logo setentero de la Warner Bros. se haya escogido para marcar el inicio del film y que en los créditos se haya utilizado una tipografía típica de muchas de las producciones de aquella época (¡y de color amarillo! ¿Lo pueden captar, lectores?), envía el mensaje de que la película respeta un argumento que supo estar en boga dentro del séptimo arte.

Sin querer dárselas de muy culto ni mucho menos, Soyado comprende que para el cinéfilo promedio que no está muy versado o no lo es en absoluto ni pretende investigar acerca de historia fílmica, estos puntos pasan desapercibidos a excepción que la memoria le haga recordar a ciertos de ellos -al menos-, el mencionado logo.

Los diálogos manifestados, las expresiones faciales, el ritmo contraído por la producción, el color y el estilo de las locaciones e incluso los elementos hogareños, son también una muestra fehaciente de cómo ‘Joker’ se ha esforzado por homenajear el cariz pesimista de las sinopsis donde ha bebido. Hay por ejemplo un elemento usado por Arthur durante la película que es una especie de declaración de su estado interior. En él se pueden detallar algunas características que retratan una pulsión neuropática (combinación de neurótica y apática) con algunos otros rasgos que bien podrían ser símbolos de una constante frustración.

Todo esto evidentemente choca con la lógica manida y de pronto facilista que ahora actúa como la convención del género del crimen o drama criminal. Nada de debates intraespecíficos. Nada de ir creando subtramas que descompongan un ritmo vertiginoso, no señor: a mí que me den mi dosis de balas, macancanes de fingido coraje y viejas curvilíneas cada cinco minutos que de algo me tienen que servir las galguerías que compré en el teatro, exigen los que en tropel acuden a acomodar sus culos en las butacas. Y tienen lo que se merecen…

Bueno, ellos son los cisnes blancos que no se imaginan ni remotamente que están frente a un cisne negro, por supuesto ateniéndonos a estos días. Y lo más seguro por no decir totalmente que verídico, es que se levantarán de sus asientos de la sala, juzgarán lo que vieron en términos de si les gustó o no les gustó y continuarán con sus habituales papeles sociales carentes en absoluto de meditación.

Otro de los destacables que el amigo Soyado le pareció que contiene esta película es la utilización de la banda sonora, la cual en la mayoría del metraje transmite una angustia existencial permanente y sin ánimo de ir a mejor. A ratos hay melodías de un melancólico contento, pero la musicalidad se mantiene firme en refrendarnos su propósito de insanidad y decadencia a distintos niveles de la mayoría de sus personajes.

Y no dejemos de lado por favor, los múltiples análisis socioculturales que nos pone de manifiesto. Esta parte incluso parece que da para otro post distinto pero, y aquí sí con su permiso y me disculpan son tan amables me mando un digamos “semi-spoiler” de la historia… Traten de ponerle el mayor de los cuidados a lo que Arthur dice en el programa de Murray. Uno guarda la esperanza de que algunas consciencias se desperecen así sea un poco con esto y puedan decir que ‘Joker’ les hizo poner en tela de juicio muchas de sus actitudes.

Ya para cerrar esto me parece a mí que, particularmente, ‘Guasón’ se aprecia mucho mejor en su idioma original como tuve la suerte de vérmela esta noche. Aunque ya le tengo el puesto el ojo a la función doblada que es la que ponen cerca a mi casa. Gracias una vez más por sus lecturas.

Por Soyado