La Selección Colombia ratificó esta noche que sigue doblegada históricamente ante los chilenos en rondas posteriores a la fase de grupos en Copa América. El equipo dirigido técnicamente por el portugués Carlos Queiroz al final cayó en la instancia que DECIDIÓ JUGAR, y así por esta vía dijo adiós a una nueva edición del torneo continental.
Decidir hacer un post y publicarlo es arriesgarse. Esto de raro no tiene nada, y sin embargo valga la aclaración porque aun sin pretender que este artículo guste a todo quien lo lea y que el mismo tampoco tiene la intención de ser un texto irrebatible, me parece que existen ciertos hechos que se acercan mejor a la realidad en general de los representativos colombianos de balompié en las distintas competiciones en que toman parte.
Queriendo destacar desde mi percepción algunos comentarios como los que por ejemplo ha realizado el compañero TrentReznor en algunos de mis escritos anteriores, en ellos se resume la percepción que honestamente me acompaña acerca del combinado nacional: un conjunto conformista, carente de continuidad en una actitud ganadora el cual en el peor de los casos como lamentablemente se puso DEMASIADO EN EVIDENCIA hoy, se aferra a las determinaciones (las cuales fueron acertadas, por cierto) que le pudieran “salVAR”.
¿Y si no existiera el dichoso VAR, ah? Los chilenos se hubiesen llevado el encuentro 2-0 injustamente tal vez en la concepción de los goles, mas no de la misma manera por su accionar de juego, ¿sí me hago entender? Si no estoy siendo claro, aquí va la idea cruda y dura a lo mejor para muchos: Chile se llevó con merecimiento la victoria sobre Colombia en cuartos de la final de la Copa América Brasil 2019 porque su planteamiento en la cancha fue serio, insistente, práctico, y hasta contundente logrando dos tantos en cada tiempo, obras de Charles Aranguiz y Arturo Vidal correctamente anulados (Colombia solo vino a meter el balón en la portería en los penales…)
Claro, salvo los primeros diez minutos del encuentro, en el que los nuestros salieron como una exhalación y ya pasado este, eh, “éxtasis”, poco a poco Colombia se fue dejando emparejar en rendimiento para después cederle la batuta como quien no tiene nada que perder a los de la estrella solitaria.
Si es que hasta en la definición de las penas máximas los ‘mapuches’ fueron superiores, damas y caballeros. El arquero argentino nacionalizado austral Gabriel Arias casi ataja los tiros de Cardona (adivinó el lado y lo rozó) y de Cuadrado (se le pasó por debajo acertando también la esquina al que iba dirigido), mientras que el guardameta Ospina en ninguno de los cobros rivales acertó a ir hacia la trayectoria del balón.
Creo que el combinado cafetero se confió que Ospina (no sé si también él mismo…) iba a atajar como mínimo un penal decisivo si es que no más de eso y por eso parió tanto para que acabaran en tablas los 90 más la adición. Mejor dicho: otra vez David, como todo un verraco profesional esta vez regresando de su tierra luego de ver cómo evolucionaba la salud de su señor padre, tenía que ser supuestamente el que salvara la patria, simple y llanamente porque sus compañeros no eran capaces (o no les daba la gana, excepto algunas honrosas excepciones) de ganar el ‘match’ en tiempo reglamentario.
Decido igualmente confesarles y ya para terminar, estimadas y estimados, que tengo sentimientos encontrados respecto al técnico de Chile que hoy, cosas de la vida, es un caleño como el que les suscribe: el señor Reinaldo Rueda. Siento la contrariedad de la eliminación de Colombia, sí, pero al mismo tiempo me alegra por él porque además de tirarme el regionalismo aquí, personalmente me produce tanto simpatía la manera de ser como respeto el trabajo de este hombre al que no le ha sido fácil lidiar con el periodismo deportivo de allá. Lástima que la alegría de esta noche haya sido a costa de sus compatriotas; así es esto, ¿qué más le vamos a hacer?
Por Soyado