Si la denuncia a la que se le da despliegue en la portada resulta ser infundada, pues se le da el mismo despliegue, por lo menos, al resultado final de las investigaciones. Y ahí queda aclarado que el señalado era inocente de los cargos. Así debe ser.

Pero si tenemos que esperar un fallo judicial para señalar presuntos culpables es la hora en que el país no sabría quiénes son Carlos Palacino o Carlos Cárdenas, no se habría enterado nunca que Ernesto Samper tenía algo que ver con el 8.000 ni que Piedad Córdoba aparecía relacionada en los computadores de Reyes. Ninguno de esos nombres fue encontrado culpable por la justicia. Jamás habrían sido siquiera señalados en este país si los periódicos solo pudieran informar sobre lo que ya está resuelto y juzgado.