Alguien con más sentido común y visión entendería que la guerra contra las drogas se perdió y que eso es seguir botando recursos de forma innecesaria, y consideraría seriamente la legalización de la droga para poner fin al narcotráfico.

Desafortunadamente, ante el mal visto de la comunidad internacional, más puntualmente el gobierno de Estados Unidos, esto no sería posible en el corto plazo, por lo que existe la penosa necesidad de reanudar las fumigaciones con glifosato, aunque deben considerarse otros mecanismos de aspersión, como el uso de drones, evitando así la exposición de los erradicadores manuales a situaciones de riesgo de su integridad, y las aspersiones aéreas a gran altura y sus perjuicios para la salud.

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