Sólo hay un pequeño problema. Entregaron armas y territorio y dispersaron sus hombres a cambio de 50.000 votos y diez míseras curules que ni suenan ni truenan en el congreso. De ahí que sus amenazas son un chiste y sólo hay que tomarlas como el derecho al pataleo.

Si el indictment es claro y Santrich enfrenta cargos ante una corte de Estados Unidos, debe ser extraditado. Esas fueron las reglas del juego. El que delinca después de firmados los acuerdos, debe ser procesado de acuerdo con las leyes ordinarias.