Iniciado por chirrisito  Hola queridos puteros, les traigo un corto relato con el que no sé si reír o llorar, espero que a alguno le haya pasado para no sentirme tan subnormal ��.
Llego sobre las 10:30 al ya tan conocido lugar de los placeres a.k.a La Bonita, el administrador -amable como siempre- me saluda y pregunta si voy a beber algo, le digo que no y le pido que me presente a las preciosas damiselas, en seguida salen las 4, encabezadas por la regia morenaza que con sus preciosas caderas invita a un baile sin igual... por unos segundos lo pienso, pero no, mi cobardía aun no me permite probar las mieles interraciales. "¿Le gustó alguna de las niñas?", me pregunta el encargado. No me termino de decidir y cuestiono el paradero de Carolina. "Carolina está ocupada, pero ya sale", me dice. Así que decido esperarla, entre el murmullo de las cortesanas, el desenfrenado sube y baja del porno en la pantalla, y una clásica pista electrónica que se escucha por los altavoces...
La espera no se me hace tan extensa, la preciosa doncella sale nuevamente con su impoluta resolución de ayudar a este pobre desgraciado en las exquisitas artes del placer. "Hola, creí que hoy trabajabas", me dice sonriendo hasta por los poros. Aquí debo decir que de seguro ustedes la han visto, para muchos no será de su tipo, pero, es que esas mejillas rositas, ese trasero hermoso ceñido por esas pequeñas prendas que se coloca, y esas tetas, alabada sea esa magnánima obra hecha por aquel cirujano plástico..., bueno ¡ya!, de modo que hoy no trabajo y voy en busca de sus caricias, cuadramos el tiempo de este providencial acto y entramos a la habitación.
Cuando ha terminado de desnudarse, se acerca a mi espalda, siento esos duros y preciosos melones en mis omoplatos, un suave y húmedo beso en mi cuello, y sus juguetones y cálidos dedos acariciando mi entrepierna. Luego, en un dos por tres, la veo devorando con esos lascivos labios uno a uno los centímetros de mi miembro, no son muchos pero a quién le importa, a ella por el momento no parece importarle, está tan dedicada, tan profesional, sus tenues respiraciones, sus delicados gemidos acompasan aquel esplendoroso trabajo oral. Pasado un tiempo paradisíaco e incalculable, se me trepa y empieza a cabalgar, hermosa mujer, la visión que me dan esos hermosos pechos son dignos de un cuadro, sin pensarlo los mandaría enmarcar, lo pondría en lugar del televisor..., "sí, preciosas, te quedaron preciosas", balbuceo. Como muestra de agradecimiento ante aquel intento de cumplido me las acerca a la cara, yo las lamo, las siento, las disfruto... Luego, en cuatro, en definitiva, no hay nada que envidiar, esta preciosidad es tan bella por todos los reveses, sin duda sus vísceras son una oda a la estética renacentista. Doy unas cuantas estocadas más, pero su poder sexual me atrapa, estallo en lo que parece ser un orgasmo y bueno, doy gracias por haber nacido.
Después de dejar las ropas en los lugares socialmente aceptables y de intercambiar promesas de nuevos reencuentros me despido de ella... Y empieza, la lamentable pesadilla: ya lo he sentido antes, mientras la he penetrado y me ha cogido los cojones... un tenue zumbido en los oídos, un maldito nudo en la garganta y un deseo inconcebible de morirme, hay un baño al que entro, al otro lado del espejo me saluda una cara pálida, al menos esta tiene un poco de sentido común y me dice que trague un poco de agua y me largue de aquel lugar de pocos placeres. Creo que sigo un poco sus órdenes e intento salir a la puerta después de una bocanada de tan celestial líquido. Supongo que me caigo, porque escucho a la muy querida amante que me lo pregunta, no me ve pero me escucha, "sí, me tropecé", le digo, e intento salir... camino unos 10 metros, y veo la puta luz cegadora de la entrada principal, son como unos 5000 vatios que apuntan directamente a mi cara, "coño, hay mucha luz, son apenas las 11:11", me oigo decir. Siento miedo, pienso que si salgo me voy a pulverizar, que voy a morir de insolación, que me voy a quedar ciego, que me voy a morir. Veo, al amigo de las cuentas, y alcanzo a decirle que me regale un vaso de agua, que lo veo todo amarillo, que escucho muchas voces, el tuntun de la electrónica, el gemido de una pornstar, y luego, estoy nadando o eso creo, escucho al tipo que administra, que administra ahora un vaso de agua, "¿Uff, qué le pasó?", me pregunta sorprendido, "Me pidió, agua, se quedó viéndome la cara y luego se fue de para atrás", le dice al jalador. "Tiene que tomar vitaminas", me dice nuevamente. "Está pálido", me recuerda una pamplemusa... Luego, se acerca Carolina, me dice no sé que cosa. Permanezco sentado un rato y me largo pidiendo disculpas a todo el mundo y pensando que ha sido uno de los polvos más raros de la vida.
¿Les ha pasado? Sí había comido muy bien, no me echaron nada. Siento que fue demasiado voltaje y mi estado físico es muy paila, demasiado sedentarismo. |