Son modelos matemáticos que calculan las probabilidades. No son exactos como no lo son los seres humanos que, incluso, a punto de votar pueden cambiar de opinión, pero sirven para aproximarse a la realidad.

Así como en un examen de sangre basta una muestra y no la totalidad, para examinar probables enfermedades, de igual manera en las encuestas se trata de obtener muestras representativas y aleatorias del universo (un sector social, una ciudad, un país) que se pretende examinar.

En Colombia, la prohibición la última semana de publicar encuestas, dificulta la predicción final ya que en estos últimos siete días pueden pasar hechos que cambien el resultado.

De todas maneras se marcan tendencias. En este momento, Duque y Petro marcan una diferencia muy grande respeto a sus contrincantes y resulta difícil pensar que cualquiera de los tres restantes se cuele en la punta.

Existe, además el margen de error que establece el propio modelo matemático y, por supuesto, a veces existe el llamado "voto escondido", aquel que oculta la gente porque está mal visto decir que va a votar por alguien que descalifica la opinión pública, pero ya frente a la urna lo hará por él.

También hay otras variables como el "voto útil", votar no por el que se quiere sino por el que va a ganar o el "voto castigo", sufragar en contra de un candidato y no a favor de otro.

Esperemos el 27 de marzo si es verdad que Duque va a ganar la primera vuelta y si es cierto que Petro quedará en segundo lugar o la maquinaria de Vargas Lleras consigue sobrepasarlo, o la votación masiva de la clase media termina por imponer a Fajardo.