Comenzó como presidente elegido democráticamente con votación abrumadora en respuesta a la corrupción de los partidos tradicionales (AD y COPEI). Luego se ganó el favor popular derrochando el dinero del petróleo y nuevamente arrasó en las elecciones, hasta que comenzó a radicalizar su gobierno hacia el marxismo trasnochado de economía centralmente planificada, control de precios, expropiaciones, cooptando el poder judicial y el legislativo, corrompiendo las instituciones, llenándose los bolsillos propios y de su entorno de millones de dólares, asfixiando la frágil democracia venezolana hasta convertirse en un gobernante autoritario que, en sus últimos meses, iba derivando hacia la dictadura plena, camino que completó Maduro con su pandilla, secuestrando a Venezuela.

Infortunadamente, ya sabemos cómo se puede librar el pueblo de estos delincuentes: con un levantamiento popular o un golpe militar. Las elecciones son un farsa.

Y respecto a lo dicho por Petro: "Por la boca muere el pez".