En los procesos de paz en el mundo generalmente la desmovilización tiene dos características: se entrega un tercio de las armas en relación con el número de combatientes y un diez por ciento (10%) forman disidencias.

En el caso colombiano por primera vez en el mundo se entrega un número similar de armas al de sus integrantes y respecto a las disidencias, se está con es estándar internacional de un 10%.

Respecto a la violencia, su disminución dramática indica la importancia de la desmovilización y se debe hacer énfasis en que los acuerdos únicamente terminaron la guerra del Estado contra las Farc, de lejos la guerrilla más fuerte en número y capacidad militar, y no contra todas las organizaciones criminales encabezadas por el ELN.

Ahora bien, la terminación de una guerra no trae la paz automáticamente pues la convivencia, después de padecerse un conflicto armado, deja muchas heridas y resentimiento y sólo después de muchos años de paciente construcción, se puede llegar a un clima menos violento y más incluyente.

Por tanto, lo importante de este proceso es que se abrió la puerta para la construcción de la paz, que no es una meta ideal sino un camino difícil, largo y plagado de obstáculos que deberán transitar nuestros descendientes.