A diferencia del ELN, las Farc cumplieron con su palabra, se desmovilizaron, entregaron las armas y se incorporaron a la vida civil. Eso hay que respetarlo.

Diferente es el caso de apoyarlos con votos. Aunque es interesante que su candidato afirme que respeta la propiedad privada, que es enemigo de los subsidios y que el camino para mejorar la calidad de vida es la industrialización, subsiste la desconfianza.

El marxismo siempre los guió y no se les cree que de repente se conviertan en un partido de centro izquierda, Además, su inexperiencia, su escaso conocimiento de la realidad colombiana y regional, su soberbia y la demostración real y no verbal de que todo lo prometido lo van a cumplir, es una carga extra que impide que se les apoye.

De todas maneras, bienvenidos a la sociedad y luego de que paguen sus deudas podrán incorporarse plenamente como una agrupación minoritaria que tardará mucho en convertirse en una verdadera opción de poder, si es que alguna vez lo consiguen por si o en cuerpo ajeno.