La soluciòn es elemental: no votar por ellos.
Por eso voté por Peñalosa en el 2011 y en el 2015. No es mi culpa que la derecha se haya atomizado y que sus seguidores se hayan quedado dormidos llorando en las redes en lugar de salir a votar. Si nos pisamos las guevas pues obvio que la izquierda se nos trepa, pero la solución es francamente sencilla y evidente mientras sigamos siendo notoria mayoria en el país.