Me atengo a las cifras y a los análisis de los expertos como Fedesarrollo, ajenos a las ideologías y los odios reinantes y cuando hablo de odios y verdades absolutas no sólo me refiero al hacendado Uribe. Igual crítica les cabe a los del otro extremo, la extrema izquierda que se quedó a vivir en los sesenta.

Mi conclusión es que, a diferencia del pasado, hoy la educación encabeza la lista del presupuesto y no el de los militares que baja al segundo lugar. De ahí que yo mismo y mi entorno, no sólo en el ámbito académico sino familiar y social, votaremos por quien crea que la prioridad de las próximas décadas es la educación y no la guerra, el odio y la exclusión, por el que piense en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones. Votaremos por un estadista y no por un populista.