¿Vías de hecho o vías de derecho? ¿Civilización o barbarie?

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Orión, la operación vergüenza ¿Quién responde? ¿Quién ha asumido alguna responsabilidad política o moral por esos hechos? Nadie. Por: Vladdo 18 de octubre 2017 , 12:00 a.m. Quince años después de realizada en Medellín la nefasta operación Orión, los implicados en su preparación y desarrollo siguen sin asumir la responsabilidad que les corresponde. Tras esas fatídicas jornadas en las cuales se suponía que el Estado iba a restablecer el imperio de la ley, doblegada por milicias urbanas y comandos de la guerrilla, el alcalde de la ciudad declaró que se había logrado un triunfo de la institucionalidad sobre la delincuencia, versión que se cayó sola al conocerse los hechos que rodearon la publicitada maniobra gubernamental. La operación Orión fue, ante todo, una gran demostración de poder de las autoridades, que hicieron un despliegue de 1.200 hombres de las distintas fuerzas –Ejército, Fuerzas Especiales, Policía, DAS, Fiscalía y CTI–, que, con el apoyo de tanquetas y helicópteros, pretendían recuperar el control de esa zona inexpugnable. Lo que no nos contaron fue que en la práctica lo que se dio fue un traspaso de mando y el territorio dominado por las milicias urbanas de las Farc y del Eln terminó convertido en otro bastión del bloque Nutibara de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc). Pero lo peor no fue que los espacios de unos delincuentes hayan sido copados por otros; lo que resultó más indignante fue que en la mismísima operación participaron hombres de las Auc que guiaban a la tropa y señalaban a los supuestos delincuentes de la guerrilla. En otras palabras, unos terroristas delataban a otros terroristas, tal y como quedó registrado en esa contundente imagen del reportero gráfico Jesús Abad Colorado, donde se ve a un hombre de camuflado y con capucha negra dándoles indicaciones a los militares, en medio de la mayor operación urbana llevada a cabo en la historia del país y que dejó un trágico balance de 75 homicidios fuera de combate, un centenar de desaparecidos, más de 400 detenciones ilegales y alrededor de 2.000 desplazados. Y volvemos al comienzo: ¿quién responde? ¿Quién ha asumido alguna responsabilidad política o moral por esos hechos? Nadie. De hecho, los principales protagonistas siguen muy campantes, como si el asunto no fuera con ellos. Luis Pérez Gutiérrez, el alcalde de la época, es hoy el gobernador de Antioquia y nunca ha estado dispuesto a explicar ni mucho menos a pedir perdón por los tres días de infierno a que fueron sometidos los habitantes de la deprimida comuna 13. Y en la misma tónica han estado todos estos años los generales Mario Montoya y Leonardo Gallego, por entonces comandantes de la IV Brigada del Ejército y de la Policía Metropolitana de Medellín, quienes no solo no han respondido por los evidentes excesos cometidos por los uniformados, sino que tampoco han aclarado la presencia de los paramilitares en dicha intervención. Por su parte, a la ministra de Defensa del momento, Marta Lucía Ramírez, todavía se le llena la boca defendiendo ese desastroso procedimiento militar. Es más, como candidata presidencial le exige a Germán Vargas Lleras, uno de sus rivales, que asuma la responsabilidad por haber pertenecido al gobierno de Santos; como si ella hubiera respondido por los atropellos cometidos a la sombra de la seguridad democrática, de la que tanto se enorgullece. Y si ninguno de ellos paga los platos rotos de la operación Orión, su jefe tampoco va a aceptar esa factura. Al contrario, Álvaro Uribe se lava las manos, como lo hizo con los ‘falsos positivos’, las chuzadas del DAS, etcétera... Por eso hago mía la pregunta que le oí el viernes pasado en Blu Radio Medellín a la periodista Ana Cristina Restrepo: “¿Cómo se explica que el Estado colombiano sea condenado por cortes internacionales, pero quienes estaban a la cabeza de ese Estado sigan orondos?”. Y así y todo tienen el descaro de hablar de impunidad.

Fuente: El Tiempo