15-10-2017
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Denunciante Leyenda
| Respuesta: Doce momentos en los que el cine familiar olvidó que había niños en la sala 'La maldición de las brujas': la película que roba de cuajo la inocencia infantil
¿Quién no tenía una vecina milenaria con verrugas y alopecia que despertaba absoluto terror cuando compartíamos ascensor con ella? ¿A alguien le gustaba cuando nos agarraban de los carrillos con una fuerza asombrosa para tener 100 años? El siempre tétrico Roald Dahl corrompió en su novela La maldición de las brujas (Nicolas Roeg, 1990) dos de los cimientos sobre los cuales los niños construyen su forma de ver el mundo: los padres y el chocolate. Cuando todo lo demás falla, esas dos cosas deberían ser nuestra brújula. Pero no en el perverso universo de Dahl.
Las brujas, narigudas y calvas pero maquilladas como para ir al bingo, asesinan niños envenenando chocolatinas; o, peor aún, encerrándoles para la eternidad en un cuadro. Y lo hacen relamiéndose de gusto. Luke, el protagonista, es un huérfano que no tiene a nadie en el mundo excepto a su abuela, y su amiguito Bruno prefiere seguir convertido en ratón a volver a casa con sus padres. Esta tristeza es abrumadora hasta para un adulto, y los niños nunca volvieron a dormir igual. En la novela la tragedia era aún mayor: Luke decidía quedarse como ratón para así vivir menos y morirse a la vez que su abuela. Roald Dahl no quería comerse a los niños, pero sí su inocencia. 'El peque se va de marcha' (¡Cuidado! Bebé suelto): ¿película infantil o 'thriller de terror'?
Del retorcido guionista de Solo en casa, esta historia de un bebé de un año secuestrado por tres tipos que piden un rescate de cinco millones de dólares haría buen caldo para un thriler de terror. Gracias a la música vivaracha y a la profesionalidad del bebé protagonista (que crece una barbaridad a lo largo de la película), el resultado de El peque se va de marcha (Patrick Read Johnson, 1994) es una comedia destartalada para ver en familia. El bebé vive aventuras en la gran ciudad exactas a las que cuenta su libro favorito, en una estructura narrativa similar a la de Desafío total, y no duda en retorcerle un testículo a su secuestrador para a continuación prenderle fuego a la entrepierna. Esta es una de esas películas de los 90 que culpaban explícitamente a la madre de desatender a su hijo. El padre, sin embargo, no parece demasiado preocupado en ningún momento. |
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