Mientras en otras partes los expresidentes corruptos son llevados a la cárcel por mucho menos de lo que han hecho en Colombia, acá se pasean orondos como apóstoles de la moral. Por ello, en el posconflicto la guerra que habrá de librarse es contra la corrupción.

En Colombia algo se ha avanzado. Al menos un primo y el hermano de Uribe han sido judicializados como partícipes de la violencia paramilitar, pero la cabeza mayor tiene el seguro de la Comisión de absoluciones, como lo tuvo en el pasado el miope que jamás vio los elefantes que pernoctaban a sus espaldas.