Hay un nuevo deporte nacional y todos los equipos, tanto los que patean con la derecha como los que patean con la izquierda, andan animadísimos buscando la forma de participar en esta competencia que pareciera tener como trofeo la cabeza de algún comunicador.
El juego es entretenidísimo, aunque ya se está volviendo algo soso y repetitivo. Consiste en (ironías de la vida) salir ante micrófonos y cámaras o, en su defecto, a las redes sociales para asegurar que los periodistas mienten, que los periodistas son “payasos”, que los periodistas manipulan la información y crean imágenes falsas de la realidad.
Así llevamos varias semanas viendo cómo desde las orillas más diversas del poder atacan a los medios de comunicación, como si estos fueran los culpables de los males que aquejan al país o del desprestigio de los figurines políticos que, más para mal que para bien, terminan siendo los protagonistas de las noticias que se generan en Colombia.
Un día es Santos señalando a los periodistas de crear una imagen distorsionada del país y, de paso, afectar la percepción de los colombianos sobre la situación económica de Colombia. ¿Acaso el Presidente espera de los medios de comunicación un permanente documental turístico en el que cada día se presentan de la manera más rosa posible las maravillas de ser colombiano, el ensueño de haber nacido en la tierra de Gabriel García Márquez y lo maravilloso que es que las Farc hayan firmado el acuerdo de paz? No voy a negar que eso hay que destacarlo, pero ¿qué hacemos con el resto del país? ¿Callamos el descalabro de Reficar? ¿Ignoramos el escándalo de Odebrecht? ¿Nos olvidamos de las inundaciones y deslizamientos? ¿Le echamos tierra a las protestas del Chocó y de Buenaventura?
Lo mismo pasa con el Ministro de Defensa, quien, como ya lo señalaron en estas mismas páginas varios colegas, ahora culpa a los periodistas de la situación que se presenta con el ‘clan del Golfo’ y demás grupos criminales que andan haciendo de las suyas en distintas regiones del país. ¿Es acaso María Isabel Rueda una promotora de grupos al margen de la ley? No se equivoque, Ministro.
Ser colombiano no es vivir en un mundo de fantasía, y los medios no podemos pintar falsas Colombias porque así lo quieren en el Gobierno.
Pero lo mismo pasa en la otra orilla. Del lado de los Uribes y las Vivianes, donde también los medios somos culpables de los males que aquejan al país.
Si es en el equipo de Viviane Morales, los medios de comunicación ahora somos los responsables del hundimiento de su referendo discriminatorio. Nada tuvo que ver con el hecho de que fuera abiertamente inconstitucional o que se buscara aplastar a una minoría con todo el peso de la Roca cristiana (sobre la cual se edificó una Casa). En ese mundo facilista en el que la culpa de todo recae sobre los medios, la radio y la prensa terminaron siendo los impíos mensajeros de Satán que no le permitieron a un pueblo católico y cristiano imponer su sagrada voluntad sobre los derechos de los demás.
Y, bueno, ni qué decir del expresidente Álvaro Uribe, quien ahora, ante la falta de argumentos de mayor calibre, simplemente reduce a un gran polemista y humorista como lo es Daniel Samper Ospina a ser un “payaso” y “maltratador de niñas recién nacidas”. ¡Qué gran ejemplo del talante democrático del hombre que se rasga las vestiduras por la censura en Venezuela y el conejo al plebiscito!
Así vamos en Colombia: los demócratas (sean premio nobel, cristianos referendistas o prohombres de la patria) disparándoles a los periodistas. ¡Vaya demócratas!
#PreguntaSuelta: ¿y a todas estas usted ya le echó una miradita al regreso de Santiago Moure, Martín de Francisco y Rafael Noguera con su TeleLetal?
JUAN PABLO CALVÁS
El periodismo nunca serà perfecto, como tampoco lo son las demàs disciplinas humanas y sin embargo uno no ve a la gente jactandose de que ya no va al medico porque desconfia de ellos y mas bien se opera èl mismo en su casita. Ni entrando a las citaciones judiciales sin abogado ni empezando la construcciòn de sus edificaciones sin la participaciòn de un arquitecto argumentando que no son pocos los casos en los que estos profesionales han fallado.
Pero con el periodismo ocurre lo contrario: la gran mayorìa decidiò que no va a leer periodicos porque desconfia de todos y màs bien va a proceder a informarse por medio de tuiter y facebook recurriendo solo a lo que le cuente su vecino y amigo de la oficina con el que comparten los mismo prejuicios y odios.
Por eso nos va como nos va. Ya las controversias no se centran en los hechos -porque estos son ignorados a proposito por casi todo el mundo- sino en quien es màs hijueputa o vendido de entre quienes estan debatiendo.
Antes no nos roban màs nuestros politicos viendo lo escandalosamente estupidos que somos.