Los radicales de la derecha como de la izquierda tienen un imaginario de país anclado en siglos pasados. Los unos quieren un país donde se produzca riqueza en beneficio de unos pocos; los otros, otro donde se asfixie la riqueza para que la pobreza nos iguale a todos.

De los colombianos depende si votan para marchar al abismo eligiendo una de estas dos opciones o le apuestan a un país moderno donde se consolide una gran clase media que jalone el país, meta que pasa a través de la educación como un gran propósito nacional.