La extrema derecha necesita un psiquiatra. No ha podido superar el trauma de que un representante de la oligarquía, nacido en cuna de oro en el seno de una de las familias que han gobernado el país por muchos años, haya traicionado su clase y dejando atrás el pasado haya comprendido que Colombia necesitaba un nuevo rumbo, el de la inclusión social.

Claro que es un traidor. Traicionó el país de los privilegios feudales, el de los hacendados del siglo XIX, el de las exclusiones, el de las sotanas, las caballerizas y los ejércitos privados y por eso merece el ¡vade retro Satanás!.

Es duro para las momias que se niegan a reposar en el museo de la historia que abran puertas y ventanas y aireen el cuarto donde han reinado por siglos. Aún huele a viejo, a humedad, a naftalina, a encierro, aún falta por barrer, trapear, pero por algo se comienza. Un traidor lo hizo posible. Era el que tenía las llaves.