Cita:
Iniciado por diablillopillo Trabajo en una sucursal bancaria al sur de la ciudad cerca a Venecia, decidimos con unos compañeros dar una vuelta por esos sitios de la Autopista con 68 a ver que tal..
Entramos a un sitio llamado Aeromozas... vaya sitio desagradable, viejas poco agraciadas y dos o tres ñeros en las mesas, decidimos tomarnos una pola como por no dejar, pedimos 3 cervezas, pero esa vaina no es cerveza, deben ser orines, cerveza rebajada, detergente, yo que se.. cualquier cosa menos cerveza, que asco tan hp... pero eso no fue lo peor, detectamos que llegó un tipo a toda carrera con lo que parecía un cuchillo de carnicero..se lo dio a guardar a un mesero y le entregó otras cosas, seguro cosas producto de un atraco... como para salir corriendo de ahí..
De tercos entramos a otro sitio muy cercano .. Azafatas ... casi lo mismo, cating pésimo, agua picha que venden por cerveza.. nos sentamos y empezamos a percibir un olor a damier cada vez más intenso..nuu..dejamos el agua picha y nos fuimos con el rabo entre las piernas.
Un compañero insinuó ir a donde la tal Adriana goloza, pero gracias a los comentarios de aquí supe que allá grababan a los clientes que no tomaban el servicio y los boleteaban en internet..
No se asomen por allá, Venecia muy peligroso y asqueroso..si quieren ir al sur deben haber mejores lugares o mejor lo conocido en el Santa fe y ya.. |
Al último sitio que iría a buscar pamplemusas es a Venecia.
hace como ocho años me pasó que me metí a un chuzo que se llama Chicago (eso creo que así se llamaba) cometí el "craso error" de entrar solo. casting regularcito, me dio por un brandy; como chiviado; se me intentó borrar el casette, me robaron casi 800 lucas y por poco me desocupan la cuenta, de no ser que me alcancé a dar cuenta que me cambiaron la tarjeta para observar la clave y dejarme pelado. cuando me di cuenta busqué a la policía; y no tengo queja; entraron al negocio y encontraron la tarjeta; fui con ellos a cajero y la cuenta estaba intacta. Por mi estado deplorable me consiguieron posada en uno de los moteles de allá. Pasé el resto de noche escuchando como otras parejas, le daban al peluche como pandereta de evangélico y yo quedé sin plata para los regalos de navidad.
Desde ahí juré que jamás en la vida volvía a pisar esa pichera de sector; todo por pipiloco y por creerme el chacho que nunca le pasa nada.
Y como lo pinta el cofrade; nada ha cambiado.
Por allá no vuelvo ni aunque me paguen una orgía.