A la semana siguiente volví al de la 67 con 15 buscando a Salomé para repetir experiencia con ella. Le pregunté por ella al que se hace afuera. No me dijo nada, se limitó a mostrarme el camino de entrada. Me hicieron la presentación y me presentaron a una de ellas como Salomé. Yo dije que esa no era la Salomé que yo buscaba. Me dijo que esperara un rato. Tomé una botella con agua mientras observaba con más detenimiento a las mujeres que había en ese momento, sobre todo a Salomé #2. Buen rostro pero había algo en ella, no se qué, que no provocaba mi deseo. Cuando me sentí seguro de descartarla miré a las otras, unas pocas bebían con clientes, otras se sentaban solas y las restantes charlaban entre ellas en la sala al fondo.
Mi atención se dirigió a una mujer sola mirando su celular, un poco más alta que la Salomé a la que venía a encontrar. Estaba ataviada con un vestido corto que dejaba desnudos su cuello y sus brazos y con un escote notorio en su busto. Determiné con calma que de las que quedaban disponibles ella era la que más me llamaba la atención. Luego me pregunté si me gustaba más que a Salomé. Me dije es diferente, es deseable también pero sentí muchas dudas en cuanto a que me atendiera igual o mejor que Salomé. Me empecé a sentir tentado en llamarla pero me comenzaba a sentir incómodo, el ambiente del lugar y esa espera infructuosa. De repente, sin pensarlo más tomé la decisión de retirarme de allí (muy seguramente que de 10 veces que tuviera que decidir 9 hubiera decidido entrar con ella y 1 abstenerme, y lo curioso fue que eso fue lo que terminé haciendo).
Discretamente salí y se me ocurrió ir a la 68 hasta la 19 y visité los dos sitios de la cuadra. Foto de los 2 sitios (en medio está la cigarrería)
https://goo.gl/maps/GBrk5VQUW7y
(En anteriores mensajes he descrito las direcciones exactas de los 2 sitios).
Entré primero al del marco azul junto a Pinturas Bler. Subí al segundo piso, pedí la presentación. Como unas 6 mujeres se presentaron, pero me dí cuenta al ir al baño que casi todas las habitaciones estaban ocupadas y la mujer que yo quería (Natalia) estaba ocupada y tenía otro turno de una hora esperando en la otra sala. Con esa perspectiva viendo a la mujer que a mi parecer es la mejor del sitio tan ocupada, no podía en ese día tener una espera de 2 horas, preferí salir e irme a de al lado. Qué mala suerte.
Entré al tercer lugar, el 67-47, subí y me encontré con una situación peor. Sólo había una chica disponible y una habitación claustrofóbica (cabe la cama, la mesa de noche y pare de contar). Pedí que me la presentaran a la chica disponible. Apareció una muy joven chica negra (no morena, no mulata) en minifalda. Le pedí que me contara sobre el servicio, sobre lo que hacía y lo que no hacía.
Oral con condón, no besos, no anal. Pero comencé a hacerle conversación, quería hacer tiempo para ver si salía alguna otra en servicio. La chica muy joven comenzó a soltarse, su actitud un poco prevenida se fue diluyendo y se fue animando a medida que le hablaba. Ninguna de las otras salió. La impaciencia me ganó, no aguantaba más ir de sitio en sitio sin tener sexo con alguna mujer y entonces la actitud amable de la chica, su naturalidad, que no veía con malos ojos mi indecisión triunfó.
En ese momento salió otra pero no me convenció, fue el detalle final que me hizo decidirme a solicitarle que me atendiera. Me dijo, claro que sí, fue rápido por sus cosas, yo fui a lavarme las manos. Al salir del baño ella me estaba esperando afuera para ir a la habitación.
Su nombre alli es Valeria. Fuimos, entramos a la habitación. Nos comenzamos a desnudar. Ella tardó sólo unos segundos, yo un poco más. Le dije que la quería ver bien, se giró, la vi de frente, de lado, por atrás. Caminó por el pequeño espacio libre de la habitación. Me impresionó el bello y uniforme tono negro de su piel. Una auténtica y bella joven negra, alta de buenas curvas y sobre todo buen y gran trasero. Se me acercó y la abracé. Nos quedamos así uno o dos minutos. Nos sentamos al borde de la cama, yo después preferí acostarme, ella se hizo encima mío, me pasó su cuerpo. No percibí ninguna fragancia o perfume y afortunadamente no despedía ningún mal olor. Le dije que me pusiera el condón para hacerme el oral. Noté un poco de nerviosismo en ella y comencé a acariciarle sus piernas y su culo. Pareció que eso la relajó un poco y a medida que pasaban los minutos su oral fue mejorando ostensiblemente, le decía cosas amables y alguna otra cosa que le provocara gracia a ella, y así la muchacha se distendió por completo y me preguntó como quería penetrarla. Le dije que primero se acostara y se pasara sus dedos por sus genitales y se masturbara. Hizo caso y yo por mi parte comencé a acariciarle sus senos. Ella comenzó timidamente a gemir. Le pasé sus dedos por su vagina mientras le comencé a chupar cada teta. No hubo problema, no lo quiso evitar y mientras ella empezaba a disfrutarlo, dejé de hacerlo y rápidamente le subí las piernas, sus pies quedaron más arriba que mis hombros. El camino estaba allanado y la penetración fue relativamente sencilla a pesar que la muchacha tiene una vagina bien estrecha. Con los años uno empieza a entender lo importante que es no precipitarse en penetrar a una mujer antes de tiempo. Es importante que esté distentida y lo mejor lubricada posible. Estuve penetrándola en esa posición como unos 7 minutos tratando de aumentar gradualmente el ritmo. Cuando empecé a experimentar cansancio le dije que cambiáramos de posición.
Volví a acariciarla con delicadeza unos segundos y cuando consideré el momento le dije que girara su cuerpo a su derecha un poco más de 90 grados. Metí mi pierna izquierda entre sus piernas, mi pierna derecha quedó libre y emergió su muy buen culo (hagan de cuenta como cuando un submarino emerge a la superficie). Aparece esa gran cosa a la vista. Tenía que tener cuidado, a pesar que estaba naturalmente lubricada, es muy estrecha, yo comenzaba a lubricar y el condón podría quedarse pegado a su culo. Me ayudé con la mano a metérselo y le moví su nalga izquierda hasta que la penetración fue la óptima. Duramos algunos minutos así. Su culo era duro bien tonificado debido a su juventud y no tan blando como el de otras mujeres culonas con las que he estado. Me cansé en esa posición. Ella estaba cómoda, le acerqué la almohada y le dije que quería terminar en cuatro. Inmediatamente ella se acomodó en posición en cuatro y antes de penetrarla le cogí ese culo, lo acaricié y se lo moví a mi voluntad. Me costó penetrarla porque el amigo se comenzaba a bajar debido al cansancio general que comenzaba a sentir. Ella sin palabras me animó a seguirle cogiendo el culo y cuando ella sintió que se paraba nuevamente me lo cogió con su mano y ella misma se lo introdujo en su vagina. Pensé en decirle que me dijera cosas para venirme pero me arrepentí inmediatamente. Comenzó a gemir nuevamente y le dije que continuara así. En cuatro la cogí y afortunadamente en el momento en el que la dueña la llamó me vine en su culo. No tuvo afán de que se lo sacara. Más bien me afané yo, lo retiré. Ella cogió papel higiénico y me retiró el condón, luego cogió más papel y me preguntó que si quería que me secara la espalda. Le agradecí el gesto, lo hizo con agrado. Me comencé a vestir. Ella medio desnuda comenzó a tender la cama y la dueña la volvió a regañar por no salir. Ella me abrazó y me dio un agradable beso en la mejilla y presurosa se retiró con sus cosas de la habitación. Fue un buen polvo, quedé muy conforme. Tuve suerte. La arrechera pudo jugarme fácilmente una mala pasada. No me debo dar el crédito de haber decidido bien conscientemente. Simplemente tuve suerte en esta ocasión.
Me vestí con calma y cuando no volví a escuchar más voces cercanas me retiré de allí. Sólo que cuando abrí la puerta se abrió también la puerta de la habitación del fondo y de frente vi a lo lejos a una mujer en toalla que salió de la habitación para ducharse. La vi unos breves segundos, me pareció que ella también. Habiéndola visto, salí finalmente de allí. El señor que se hace afuera me dijo que era la venezolana y me quedé pensando en eso mientras regresaba a casa.
Con esa mujer me gustaría estar pronto, sin ninguna duda. En ese momento recordé, por enésima vez, las ganas y el pleno convencimiento que se siente cuando a uno le atrae verdaderamente una mujer. Pero que vaina que la encontré tarde, al salir y ya sin plata suficiente y sin energías. Espero pacientemente a que llegue la oportunidad y tener los recursos suficientes para mi futuro encuentro con ella. Espero hacerlo realidad cuando sea el momento propicio.