Ver Mensaje Individual
Antiguo , 19:58:37   #1

Me Gusta
Estadisticas
Mensajes: 8.938
Me Gusta Recibidos: 4762
Me Gustas Dados: 1277
Ingreso: 20 feb 2008

Temas Nominados a TDM
Temas Nominados Temas Nominados 26
Nominated Temas Ganadores: 0
Reputacion Poder de Credibilidad: 0
Puntos: 131074
jav01 Asesino De Diosesjav01 Asesino De Diosesjav01 Asesino De Diosesjav01 Asesino De Diosesjav01 Asesino De Diosesjav01 Asesino De Diosesjav01 Asesino De Diosesjav01 Asesino De Diosesjav01 Asesino De Diosesjav01 Asesino De Diosesjav01 Asesino De Dioses
  
Kaffeetrinker 2 'Colombia es una nación de vocación mediocre': Enrique Serrano Calificación: de 5,00

Los mejores licores
'Colombia es una nación de vocación mediocre': Enrique Serrano

Su libro '¿Por qué fracasa Colombia?' desnuda realidades nacionales y las despoja de patriotismos.



Enrique Serrano López es comunicador y filósofo de la Javeriana, y profesor e investigador del Rosario. Hace 20 años ganó el premio Juan Rulfo.

En un mercado dominado por grandes firmas –como la del nobel Mario Vargas Llosa–, investigaciones periodísticas y cuadernos de mandalas para colorear, una rara avis se abre paso en las librerías del país. Se trata de ‘¿Por qué fracasa Colombia?’, del escritor santandereano Enrique Serrano, que está en el top 5 de la lista de los más vendidos en la Librería Nacional.

Según el librero Felipe Ossa, no es nada común que un ensayo se convierta en un ‘best seller’, aunque en este caso, advierte, tiene mucho que ver el hecho de que los libros sobre la problemática colombiana se venden bien.

“ ‘¿Por qué fracasa Colombia?’ desnuda ciertas realidades nacionales, ciertas maneras de ser endémicas, y las despoja de toda esa parafernalia de los falsos patriotismos. Es bueno que, de vez en cuando, nos saquen la cabeza de la tierra y dejemos de creer que somos lo mejor del mundo. Es un libro bien hecho y polémico”, opina Ossa, que en menos de dos semanas ha vendido unos 400 ejemplares en los locales de la Librería Nacional.

En entrevista con EL TIEMPO, Enrique Serrano, nacido en Barrancabermeja hace 56 años, cuenta cómo surgió la idea de escribir este libro y cuáles son las claves de su argumentación.

El título del libro parte de la premisa de que Colombia fracasa...

El título fue sugerido por el editor porque el libro ‘Por qué fracasan los países’ tuvo un éxito extraordinario. Fue un gancho comercial. Yo pensaba llamarlo ‘La nación negada’, un poco en homenaje a ‘La nación soñada’, ese libro tan importante –pero desapercibido– de Posada Carbó.

La metáfora detrás de todo esto es que una nación que no se comprende no sabe a dónde va. Colombia no está fracasando, pero corre el riesgo de hacerlo si se da el lujo de desconocerse.

¿Cómo surge la idea?

Desde la celebración de los 500 años del descubrimiento de América, en 1992, he oído cantidad de digresiones sobre la nacionalidad. La confusión indigenista que marca la pauta de las reivindicaciones americanas –muchas veces por razones políticas– ha hecho menospreciar la cultura de la que provenimos. Pareciera que tuviéramos solo una pequeña parte de hispanidad, y eso no es cierto. Esa confusión ha ido creando discursos como el de William Ospina y otros intelectuales que reivindican aspectos de orden racial, afroamericano e indígena, que no desdeño.

Pero debajo de eso está la nación. Y, como nadie la veía, he venido madurando la iniciativa de empezar esta discusión. Aunque la idea no es nueva, no había un libro sobre la colombianidad que fuera legible para un colombiano promedio o un extranjero.

El país debe discutirse de una manera sobria. Y yo he visto que esa serenidad no existe o hay un pesado velo de indiferencia. Yo intento removerlo, con la perspectiva de que a las ciencias como la historiografía les corresponde aclarar si tengo razón. En el proceso refuto cosas que nos enseñaron, y eso es tal vez lo que le ha llamado la atención a la gente.

¿Existe la colombianidad?

Sí. Creo que la nacionalidad empezó a existir cuando las grandes mareas rurales, de regiones aisladas, necesitaron integrarse al proceso de urbanización que se inició a finales del siglo XIX.

Tenemos algo, pero no sabemos qué es y para saberlo hay que ir atrás. Ahí existe riesgo de fracaso, en el sentido de que cuando uno no comprende quién es, tiene que venir otro a convencerlo de que es esto o aquello.

Por ejemplo, esta es la primera vez que recibimos turistas en una proporción importante y, en general, el impulso es preguntarles cómo les parece el país. Ese tipo de preguntas demuestra una especie de ingenuidad. Somos una nación adolescente, soñadora, que todavía no sabe qué va a hacer cuando grande. Igual que los adolescentes, está tratando de postergar esa toma plena de conciencia. Además, los adolescentes se creen más o menos de lo que son: o se idealizan en una cosa que no es o se minimizan.

¿Cómo definiría, entonces, la nacionalidad colombiana?

En el libro hablo de la provisionalidad como fundamento de la nacionalidad. Desde siempre hemos actuado provisionalmente. Eso hace que no haya grandes apuestas o construcciones, que no haya testimonios del pasado, que todo se haya caído o perdido, que todo se vaya renovando.

La nación colombiana es el fruto, esencialmente, de cristianos nuevos (descendientes de árabes y judíos que se convirtieron bajo amenaza) que migraron a velocidades diferentes durante por lo menos 300 años, desde comienzos del siglo XVI hasta finales del XVIII. En ese espacio se habría tejido la base de la nacionalidad.

Durante esos tres siglos, que llamamos Colonia y fueron muy mal explicados por la historiografía, se habría hecho una nación grande, sana, que vivió en una tierra fértil pero no deseada. Era solo un sitio de refugio al que aprendimos a amar tardíamente: un escampadero.

Entonces, somos una nación americana, hispánica, católica, grande, distribuida en regiones dispersas, a la que además le sobraron la Orinoquia y las selvas, porque eran malsanas, y que después, ya en el siglo XVII, recibió lo que llamamos la ‘caribeñidad’, compartida con otros países.

¿Qué es la ‘caribeñidad’?

La herencia de los moriscos (descendientes de musulmanes), que constituyen la última expulsión de España. Ellos, que tenían una identidad hispánica más definida, más desparpajo y menos miedo a la persecución, y que eran políticamente más activos y marcadamente poligámicos, se establecieron en las costas. Eso es lo que hace que García Márquez sea más parecido a un magrebí que a nuestros aborígenes.

¿Por qué dice que sufrimos de falta de curiosidad histórica?

Porque rara vez nos preguntamos cosas como por qué alguien se llama Juan Rodríguez, de dónde viene esa familia que tanto abunda en el directorio. Nunca nos hemos preguntado por qué los costarricenses hablan tan parecido y tienen una cultura de minifundio similar a la que tuvimos nosotros. Nunca nos preguntamos de dónde viene el famoso ‘se obedece pero no se cumple’. Por no hablar de imperativos como “sea vivo, no sea pendejo, no dé papaya, no sea sapo”.

¿Y de dónde viene eso?

De esa cultura del ocultamiento (de los cristianos nuevos, que en España fueron desposeídos y perseguidos), cuyo mayor objetivo era no enemistarse con nadie para no sufrir más persecución. Me refiero a la cultura del ‘pasar de agache’, de temer que alguna cosa derive en algo grave –que es lo que siempre está temiendo un colombiano: ‘qué tal que’–, de no sentirse confiado ni dueño de esto, como si fuéramos extranjeros. Y eso explica también la diáspora, la facilidad con la que un colombiano dice: “Como aquí no tengo nada, me lanzo de regreso a España o me voy a Estados Unidos, o me rebusco en Ecuador o Argentina”. En ese sentido sí fracasa la nacionalidad, porque no convence todavía a la gente joven de que hay que apostar por esto, por lo suyo.

Somos una nación de lo que yo llamo buenos alumnos, personas que quieren pasar las materias sin brillar mucho.

¿Eso nos hace mediocres?

Colombia es una nación de vocación mediocre. Esto no quiere decir que todos lo sean, pero una vocación así lo hace a uno del montón. Hay una mediocridad institucionalizada: estamos contentos como estamos, aunque no sea suficiente. Siempre estamos ahí, en la medianía, porque brillar es peligroso, es ‘dar papaya’ para que a uno le caigan encima. Eso nos hace conservadores, no solo en el sentido político, sino en el cultural. Por ejemplo, esas grandes empresas a las que se han lanzado Brasil y Argentina, esa desmesura de México, eso no lo hemos tenido nosotros.

¿Somos individualistas?

Como todo es provisional, siempre se tiene un plan B. Esa consideración hace a los colombianos muy avezados y audaces en lo individual, pero los problemas empiezan cuando muchos deben ponerse de acuerdo sobre algo. Al pueblo colombiano le faltan los grandes consensos.

¿Qué significa ser desarrollado? Tener un consenso sólido sobre lo que conviene a la nación. Buena parte del éxito de las naciones asiáticas, que eran agrícolas y de aldeas, se relaciona con el hecho de que tienen consensos de gran envergadura.

¿Sí hablamos un español tan bonito como se dice?

Me remito a lo que decía Víctor García de la Concha, exdirector de la Real Academia Española: los colombianos no hablan el mejor español, sino el más neutral y el mejor intencionado con los extranjeros; por eso son muy útiles para enseñar el idioma.

En general, los colombianos hablan de manera más pausada y adaptativa, en el sentido de no pretender tener una jerga sino una lengua estándar. El nuestro es un español condescendiente, porque la condición psíquica promedio del colombiano es la condescendencia, ‘dorar la píldora’.

¿Somos hipócritas, entonces?

La hipocresía es civilización. La gente más hipócrita del mundo son los franceses. Ejercen una hipocresía cortés, pero uno sabe que lo que se esconde detrás es la superioridad. Nosotros no somos tan hipócritas como los franceses, porque –entre otras– para ser hipócrita de veras toca tener algo de lo que enorgullecerse. Ese es el punto de la colombianidad: es una manera modesta de ser exagerados.

¿Por qué dice que esta nación ha sido más pacífica que violenta?

Los ‘violentólogos’ habían creado la idea de que esta es una nación con una especie de violencia atávica, casi genética. Se dijo que la colonización había sido brutal con los indígenas, cosa que no fue. Sí hubo tensiones con ellos, pero nuestro récord en este aspecto es muy pacífico, comparado con México o Perú.

En los 90, con el profesor Carlos Patiño, escribí el artículo ‘El mito de la nación violenta’, para mostrar que, esencialmente, la colonización se hizo en paz, porque la tierra era abundante y siempre existió ese ánimo de “si no puedo aquí, me voy a otro lado”, para evitar el conflicto.

¿Y cuándo cambia eso?

En la segunda mitad del siglo XIX empieza a haber ‘faccionalismos’ regionales, que aquí llamamos guerras civiles. Yo creo que la única guerra civil fue la de los Mil Días, que involucró a buena parte del país.

Cuando tipos como Tirado Mejía refieren que hubo guerras, pareciera como si toda la población hubiera estado involucrada, pero no fue así. Lo cierto es que la idea de una violencia generalizada no existió hasta años recientes. Podríamos decir que hoy, por primera vez, la nación está auténticamente polarizada en un sentido ideológico.

En los 80, cuando fue más fácil unir regiones que durante mucho tiempo fueron distantes en términos físicos, sociológicos y psicológicos, descubrimos una Colombia nueva. Y apareció el hueco de todas esas tierras que no eran prioridad de la nación y que el narcotráfico y las guerrillas han aprovechado.

Aunque no se puede afirmar que nunca hemos sido violentos, la violencia no es estructural a la condición histórica de la nación. Más bien ha sido lo contrario.









FUENTE: eltiempo.com

Comentarios Facebook

jav01 no está en línea   Responder Citando

compartir
                 
remocion sep Gold sep Silver sep Donar

marcaNo Calculado   #1.5
SponSor

avatar
 
Me Gusta denunciando
Estadisticas
Mensajes: 898.814
Me Gusta Recibidos: 75415
Me Gustado Dados: 62988
Fecha de Ingreso: 02 jun 2006
Reputacion
Puntos: 1574370
Ayudante de Santa está en el buen caminoAyudante de Santa está en el buen caminoAyudante de Santa está en el buen caminoAyudante de Santa está en el buen caminoAyudante de Santa está en el buen caminoAyudante de Santa está en el buen caminoAyudante de Santa está en el buen caminoAyudante de Santa está en el buen caminoAyudante de Santa está en el buen caminoAyudante de Santa está en el buen caminoAyudante de Santa está en el buen caminoAyudante de Santa está en el buen caminoAyudante de Santa está en el buen caminoAyudante de Santa está en el buen camino
emoticon Re: 'Colombia es una nación de vocación mediocre': Enrique Serrano

 
Los mejores licores
 
   
   
_______________________________________________
Publicidad :)
conectado
 
Page generated in 0,10345 seconds with 12 queries