Hay algo curioso en esto. No sólo en Colombia sino en los demás procesos de paz en el mundo, lo que las víctimas piden es la verdad y el perdón. Lo han dicho en los foros, en los medios, en documentos, en donde quiera que han expresado sus opiniones es lo que desean, saber qué les pasó a sus seres queridos, entender el por qué de esta guerra atroz y sentir el arrepentimiento de los que les quitaron una parte de su vida.

¿El dinero? Es imposible reunir todo el dinero necesario para resarcir a todas las víctimas del conflicto en el que los responsables no sólo son los guerrilleros. También participaron los paramilitares, los agentes del Estado, los hacendados, los políticos. Basta leer los documentos del Centro de Memoria Histórica para conocer a todos los siniestros actores que hundieron a este país en el terror de una guerra degradada.

Demasiados responsables incluyendo a muchos colombianos que, por omisión, cohonestaron en uno u otro bando la violencia que nos azota desde mediados del siglo pasado. Por ello, como ha sucedido en otros procesos de paz como el de Irlanda, por ejemplo, el resarcimiento se da pero es más simbólico que cualquier otra cosa. A las Farc se les van a quitar muchos bienes, pero ni con todo su dinero se alcanzaría a reparar cincuenta años de ignominia, ni los demás actores se querrán meter la mano al bolsillo. ¿Lo haría Fedegán, por poner un solo ejemplo?

Es un universo paralelo, quizás todo se pueda. En la realidad es la sociedad entera la que lo debe asumir y así lo ha entendido la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenando al Estado en diversas oportunidades u otras que vendrán más adelante. Mucho dinero que aportará la comunidad internacional y el Estado colombiano, aparte de lo que la guerrilla y otros actores pongan sobre la mesa. Si mienten, las penas se endurecerán. Ese es el costo de la paz. Todos ponen, todos ganan.