Se ganó una gran batalla, pero aún falta ganar la guerra. Maduro sigue como presidente y continúa vigente la constitución chavista que le da amplios poderes al ejecutivo. En otras palabras, Maduro aún tiene colmillos y la cohabitación no va a ser fácil.

Pero hay otro enemigo poderoso de la MUD: sus integrantes. Recordemos que es una coalición de partidos que van desde la centro izquierda hasta la derecha, cada cual con apetitos burocráticos que se van a ver expresados en la conformación de la nueva mesa directiva de la Asamblea Nacional.

A estos partidos los une el anti chavismo y el deseo de sacarlo del poder. Ha sido muy difícil unirlos y baste con ver las elecciones anteriores para entender cómo, obtenida la victoria, cada cual buscará sacar la mayor tajada. Ahí está el peligro porque deben conservar la unidad hasta obtener la presidencia.

Y aunque el paso lógico que sigue es la amnistía para los presos políticos en enero y la libertad de Leopoldo López que regresa como héroe, aquí comienzan los problemas con Capriles que cree tener derecho a liderar la MUD, mientras las demás vertientes políticas buscan lo suyo.

El botín del Estado es muy tentador. Esperemos que, a diferencia del pasado (recordemos a Carmona) piensen en el futuro y no en el presente de regocijo. Tan difícil como digerir las derrotas es administrar las victorias y ésta, tan contundente, espero no los emborrache de poder.

Venezuela los necesita para salir del hueco del populismo siglo XXI y no va a ser de la noche a la mañana, ni habrá soluciones mágicas. Las colas van a seguir, la inflación va a seguir, recuperar el ******o productivo es tarea de muchos años y la gente quiere resultados inmediatos.

Y así como los acompañaron en las urnas, de igual manera les pueden voltear la espalda y el chavismo puede volver a pescar en río revuelto. La MUD no puede ser inferior al mandato que le dio el pueblo y deben dejar de lado los apetitos personales que tanto daño les hicieron en el pasado.

Comienza la transición y una de las medidas es anular las leyes habilitantes del ejecutivo y reabrir la frontera con Colombia así como promover leyes que favorezcan el regreso de la inversión extranjera, anular el absurdo control de precios, garantizar la independencia del banco central y promover incentivos para la producción de bienes y servicios, pero sobre todo, garantizar la independencia del poder legislativo.

Una tarea descomunal por delante.