Una política criminal no puede adelantarse con base en encuestas que apenas son una fotografía de un momento determinado y son simplemente emocionales.

Como se ha demostrado hasta la saciedad en este país y fuera de él, el aumento de penas y de cárceles no soluciona el problema de la delincuencia.

Hay que atacar las causas, comenzando por la desigualdad social. Sin oportunidades, con una tasa de desempleo vergonzosa, con un clima de corrupción rampante, el modelo del "todo se vale" como la mejor opción para salir adelante, los jóvenes que deberían ingresar al mercado laboral cruzan el atajo hacia la ilegalidad y lo convierten en su modo de vida.

Hay otros factores como el mercado del usado donde se comercializan los objetos robados, la corrupción de la policía, la permisibilidad legal a la reincidencia, la indiferencia ciudadana, la cultura de la trampa, la impunidad, en fin, un rosario de causas que no se atacan con la simple represión.

Un problema complejo que requiere de soluciones complejas que comienzan en la prevención y no se resuelven con soluciones mágicas. Un modelo de ciudad incluyente es el comienzo y aunque es necesario una policía y unos jueces eficientes, hay que construir un espacio de oportunidades. Ya se está haciendo pero hay que convertirlo en una política de Estado.